Contra la anulación de sentencias

Leo que a doña María Teresa Fernández de la Vega acaban de recordarle el compromiso que, al parecer, adquirió en un acto celebrado en Cataluña en el año 2004, donde habría prometido la anulación de la sentencia de muerte a Companys. La paradoja de la "memoria histórica" en la que algunos, peligrosamente, incurren, consiste en negar la evidencia de que lo que ha pasado no puede dejar de haber pasado, en suma, que a los asesinados no es posible devolverles la vida arrebatada. Por eso, es necesario recalcar que la anulación de las sentencias de muerte decretadas por los tribunales del régimen es un apaño fraudulento que malamente puede disimular la arbitrariedad, la monstruosidad, en suma, el derecho de guerra del vencedor sobre el vencido, sobre el cual se legitimaba aquella dictadura. Sería un insultante escarnio que ahora, retrospectivamente, hubiera con la dictadura la misma consideración que cabe hacia un tribunal legítimo capaz, por tanto, de incurrir en un "error judicial".

No hubo tal error, sino una deliberada voluntad homicida que en modo alguno puede ser ignorada. La sentencia de muerte a Companys debe ser eternamente recordada como vivo testimonio de la justicia de Franco y sus secuaces y, en consecuencia, no debe ser anulada. En nombre, precisamente, de la tan encarecida "memoria histórica".