Temeraria fuga "por miedo"
Prisión preventiva para el conductor que huyó 183 kilómetros a 200 por hora
"Un tipo normal". Así definen la defensa y la Guardia Civil a J. A. R. N., un hombre de 36 años al que el juez de guardia de Córdoba envió ayer a prisión de forma cautelar. Este tipo, comercial de profesión y sin antecedentes, fue el protagonista de una persecución de película en la madrugada del miércoles al jueves. Condujo 183 kilómetros, con el acelerador pisado a fondo y perseguido por una veintena de coches de Policía y Guardia Civil que intentaban pararlo.
La huida comenzó en el municipio de Pilas (Sevilla) y terminó a las puertas de Córdoba capital, cuando dos coches de la Policía Local de Sevilla consiguieron sacarle de la calzada a las 5.35. Pero la historia había arrancado tres horas antes, al borde de las 2.30. Una pareja de la Guardia Civil de Pilas descubrió un vehículo estacionado en el arcén en el kilómetro 23,6 de la A-49, sentido Sevilla. Dentro no había nadie. Pasados unos minutos, se toparon con el conductor del coche caminando por el arcén. Les explicó que se ha quedado sin gasolina y los agentes lo llevaron hasta una estación de servicio, donde compró una garrafa de cinco litros.
El acusado le explicó al juez que había esnifado cocaína
Casi dos horas después, a eso de las 4.10, los mismos agentes vieron cómo el coche, un Audi 4 con tracción a las cuatro ruedas, seguía rondando por la zona. Se escamaron y le dieron el alto. Se acercaron al vehículo cada uno por un lado. Le pidieron la documentación y conminaron al conductor a bajarse. Y saltó la sorpresa. Según el auto, el acusado puso el seguro de las puertas, subió la ventanilla y se negó a salir. Lo siguiente que hizo fue meter la primera y salir pitando. Fue en ese momento, según el auto, cuando estuvo a punto de atropellar a uno de los guardias que antes le había socorrido.
Comenzó entonces la alocada persecución, en la que participaron seis patrullas del Cuerpo Nacional de Policía, cinco de la Policía Local de Sevilla y casi una decena de la Guardia Civil. Según el auto, el conductor llevaba "una velocidad desorbitada". "Apenas por debajo de los 185 kilómetros por hora", concreta el acta. Llegó a alcanzar los 210.
Mientras duró la persecución, los agentes tuvieron tiempo de comprobar que el coche no era robado y que a su dueño no le constaban antecedentes policiales. Tenía su residencia fijada en un barrio acomodado de la periferia de Sevilla capital. Entonces, ¿por qué huía? "Se asustó, estaba asustado", dijeron ayer fuentes de su defensa. Es posible también que algo tuviera que ver el consumo de estupefacientes. El acusado reconoció ante el juez que había esnifado "medio gramo de cocaína". La Guardia Civil eleva la cantidad. Ayer se le practicó un análisis de sangre en el hospital Reina Sofía de Córdoba para determinar exactamente qué y cuánto había consumido.
Estas analíticas se realizaron después de que el juez decidiera mandar al detenido a la cárcel, como había pedido el fiscal. El magistrado decretó prisión preventiva, comunicada y sin fianza. Se le imputan tres delitos: intentó de atropello a un agente, conducción temeraria y desobediencia a la autoridad. El abogado defensor, Julio Riazzo, anunció ayer su intención de recurrir la decisión judicial. En su opinión, es "desorbitada, teniendo en cuenta que nadie resultó con lesiones".
La aventura de J. A. R. N. acabó en el kilómetro 406 de la A-4. Cuando el fugado pasó a la altura de Écija (Sevilla) los agentes alertaron a la comandancia de la Guardia Civil de Córdoba. Montaron un dispositivo junto al Cuerpo Nacional de Policía en la cuesta de Los Visos, a la entrada de la capital. El conductor redujo entonces la marcha y fue cuando dos coches de la Policía Local de Sevilla, que lo habían seguido desde el principio, lograron detenerlo. Uno se puso delante y otro detrás hasta que lo sacaron de la carretera. Según el auto, el detenido opuso "algo de resistencia".
La Policía de Sevilla reclama los gastos de la persecución
El Ayuntamiento de Sevilla anunció ayer su intención de personarse en la causa abierta contra el conductor detenido el jueves tras huir 183 kilómetros a 200 por hora. La intención del gobierno municipal es que el acusado pague los gastos que le ha supuesto a la Policía Local el dispositivo puesto en marcha en la madrugada del jueves para detenerle.
La delegada municipal de Convivencia y Seguridad, Nieves Hernández, se reunió ayer con la policía y la Asesoría Jurídica municipal para evaluar los costes y estudiar la petición de una indemnización. Aunque el recuento de gastos no está terminado, fuentes municipales señalaron ayer que habrá que incluir la gasolina de los cinco patrulleros que participaron en la persecución, los daños ocasionados en dos de los vehículos y las dietas y horas extras que el Ayuntamiento deberá pagar a los agentes que participaron.
La Policía Local de Sevilla fue la que finalmente consiguió detener al infractor a las puertas de Córdoba. Según explican fuentes policiales, sólo dos patrulleros policiales de Sevilla consiguieron mantener la velocidad del conductor huído. Por el camino se fueron quedando vehículos del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil y otros tres municipales de Sevilla. Dos de ellos sufrieron daños en el motor y deberán pasar por el taller, un gasto que, según el Ayuntamiento, debería abonar el acusado.
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