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Crítica:CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Rumores en la sala

Al valorar la actuación de la Orquesta de Valencia el día 26 se hizo una reseña del feliz momento que atraviesa, así como de los deberes que le quedan por hacer. El concierto del día 31 confirmó aquella opinión, aunque sobrevolaron por encima de la música rumores que no ayudaron a interpretarla -ni a escucharla- con la concentración necesaria. Vayamos por partes. En primer lugar, la batuta estaba en manos de Vladimir Fedoseyev, reputado director en la Rusia soviética cuya carrera continuó después en el ámbito europeo (sobre todo en Austria) y norteamericano. Era lógico, pues, esperar una actuación notable. La primera obra era la Sinfonía 41 de Mozart. La versión fue correcta, aunque se encontró con uno de los pocos escollos con que suele tropezar nuestra orquesta: la falta de luminosidad en el repertorio del XVIII y de un empaste mayor entre secciones. Hubo también, aunque eso fuera responsabilidad casi exclusiva de la batuta, falta de músculo en los pasajes que así lo requieren: no en balde se ha denominado Júpiter a esta sinfonía.

Vladimir Fedoseyev

Dirigiendo a la Orquesta de Valencia. Obras de Mozart y Prokófiev. Palau de la Música. Valencia, 31 de octubre de 2007.

Mejor estuvo el arreglo que el propio Fedoseyev hizo a partir de las suites 1 y 2 del ballet de Prokófiev Romeo y Julieta. Si bien en La Muerte de Tebaldo trazó pinceladas a veces demasiado gruesas, la lírica ensoñación de las cuerdas en el segundo número, o los tensos contrastes de volumen en Montescos y Capuletos, con unos pianissimi de antología, pusieron en pie sólidos bastiones de la tragedia de Shakespeare.

Por último, los amargos rumores. Al parecer, la Generalitat elimina, en sus próximos presupuestos, dos de los tres millones de euros que aportaba a los proyectos culturales municipales. De ser eso cierto, la vida del Palau, y, con él, la Orquesta de Valencia -ahora que se había convertido en una formación más sólida que nunca- penden de un hilo. Preguntado por ello Ramón Almazán, subdirector de Música del Palau, expresó su esperanza de que "la sangre no llegue al río".

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