Las cartas

Querido Santiago: me ha alegrado sobremanera el saber que eres tú el auténtico destinatario de las floridas epístolas que ahora ha publicado José María Aznar en ese libro titulado Cartas a un joven español. Debes considerarlo un honor. Guarda como oro en paño los manuscritos. Hay quien lo subestima, pero creo que nuestro hombre reúne la principal cualidad para ser un gran escritor. Aquella que tanto seducía a tu romántica abuela: escribir en papel muy liso con mente muy retorcida. Ahora, vayamos por partes. En relación con la primera consulta que me planteas, creo que la salsa Worcersternshire Perrins no es imprescindible para la preparación de un buen bloody mary. En el punto picante, yo prefiero siempre el tabasco rojo, aunque hay gente que lo considera intratable y se inclina por el verde. Medio limón está bien. Si quieres un consejo, invierte las proporciones de tomate y vodka. Y lo de la ramita de apio es una bobada. El licor es lo que le da personalidad a un cóctel. Las hierbas, para las vacas. Y esto último lo aplico también al golf. Me dices que te relaja. Tú sabrás. A mí se me han puesto todos los handicaps en contra. Hace años que no piso un campo. La última vez salí espantado. Un tipo que agarraba el palo como un azadón y que grita al colega: "A ver, cojones, si la metes de una puta vez en el puto agujero". A mí los tacos no me molestan. No soy un tiquismiquis. Como dice José María, no soy español a tiempo parcial. Pero ¡llamarle agujero al hoyo! Hasta ahí habíamos llegado. Ahora ha salido un promotor diciendo que los campos de golf son buenos para proteger la fauna, porque no entran los cazadores. Ya ves en que ha acabado mi amado golf. Campos llenos de agujeros, mujeres, niños y animales. Por último, Santiago, me preguntas qué hacía yo en Mayo del 68. Pues lo mismo que José María, hijo. Pedíamos lo imposible. Pero llegó la democracia. ¿Por qué te ríes?