Una tormenta de fuego obliga a evacuar a 500.000 californianos
Bush declara el estado de emergencia después de tres días de incendios
El sur de California era ayer pasto de las llamas por tercer día consecutivo. Con más de 500.000 personas evacuadas, más de un millar de hogares reducidos a cenizas y más de 100.000 hectáreas calcinadas, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, declaraba el estado de emergencia en la zona abriendo así el camino para que comenzara a llegar la ayuda federal. Arnold Schwarzenegger, gobernador de California, reclamó a su vez la ayuda de la Guardia Nacional. El día de ayer no supuso un respiro para los siete condados afectados por el fuego. Hubo más evacuaciones y sopló más viento, lo que no era una buena noticia para los bomberos, impotentes para controlar los focos de fuego. El pronóstico del tiempo tampoco auguraba nada bueno: las temperaturas seguirán subiendo, situándose en cinco grados por encima de la media habitual para estas fechas. El viento no arreciará.
El pronóstico del tiempo no augura nada bueno: calor y fuertes vientos
"Hemos experimentado el equivalente en fuego a la tormenta perfecta entre las últimas 24-36 horas", declaraba Zed Yaroslavsky, portavoz del condado de Los Ángeles al diario Los Angeles Times. "Un poco más o un poco menos de viento supone una diferencia increíble", proseguía. Los vientos que alimentan el fuego son conocidos como Santa Ana y normalmente barren el sur de California desde el noreste hacia los cañones, aumentando de velocidad, temperatura y sequedad a medida que descienden. Los residentes llaman a estos vientos "endemoniados".
Las autoridades anunciaban ayer que el número de evacuados no haría sino aumentar a medida que avanzaban las horas y el fuego no lograba ser controlado. El alcalde de San Diego, Jerry Sanders, confirmaba que más de 500.000 personas habían sido conminadas a dejar sus residencias. Cuarenta aviones, entre los que se encontraban F-18, algunas aeronaves de transporte C-130 y helicópteros tuvieron que ser trasladados desde la base de marines de Miramar (en San Diego) a otras bases de California y Arizona ante el avance de las llamas.
Las evacuaciones son ya las mayores registradas en el país desde que los huracanes Katrina y Rita golpearon la costa del Golfo hace dos años. "Nuestra prioridad es que no haya víctimas", informaba el portavoz de los bomberos, Don Camp. Hasta la fecha han muerto dos personas, Thomas Varshock, de 52 años, y otra cuyos datos no se han facilitado, y hay poco más de 40 heridos. Desde el departamento del sheriff se comunicaba que mientras los incendios actuales eran muy devastadores, el número de muertes no alcanzaba a las de 2003, cuando perecieron en las llamas cerca de dos docenas de personas.
Ayer llegaron a San Diego el secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, y el administrador de la tristemente famosa
Agencia Federal de Gestión de Emergencias, David Paulison, para coordinar la ayuda federal. Bush viajará mañana a la zona. "Todo el país está preocupado por el elevado número de familias que han perdido sus casas", dijo el presidente. Sólo en el estadio Qualcomm de San Diego se agrupaban 10.000 evacuados.
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