Lidia seguirá con sus infusiones
La líder del Sindicato Labrego se siente incapaz de dejar la lucha tras su renuncia
Hace 31 años que se enzarzó en estas batallas y más o menos tres décadas que padece del estómago. Lidia Senra (A Pobra de Brollón, Lugo, 1958), una mujer resistente como un tubérculo en las llanuras gallegas, confiesa (ella, que es tan poco aficionada a confesarse) que, sin infusiones, le hubiera sido mucho más difícil encabezar la lucha de su sindicato.
El poleo menta con limón y sin azúcar le aplaca los ardores que le provocan las preocupaciones. "Sobre todo por el limón", revela, "esto es lo mejor para el estómago". Lidia Senra conoce las virtudes de muchas hierbas medicinales en bolsita. Son para ella una necesidad con la que se mantiene lejos de las medicinas. Si el 24 de noviembre, en el séptimo congreso del Sindicato Labrego Galego (SLG), se convirtiese en una afiliada más, Lidia podría dejar de acudir al bar de la calle Touro (donde está la sede compostelana del sindicato) que mejor le prepara las infusiones. Pero resulta que esta agricultora con alma de fouciño -que anunció el 7 de octubre que no volverá a presentarse a la reelección tras 18 años como secretaria general- ya ha dado su particular aviso para navegantes, o mejor, para labregos e gandeiros: "Seguiré aquí. Seguiré luchando para que en Galicia no cierre ni una explotación más. Peleando por que la política agraria y alimentaria responda a los intereses de los pueblos y no a los de las multinacionales agroquímicas, petroleras y farmacéuticas". Y para que los agricultores puedan "vivir dignamente de su trabajo", aunque éste no sea un "negocio", porque "no lo es".
"Un país que no controla su alimentación no será libre jamás" "El acto ciudadano de comprar comida no es inocuo, sino político"
Que pase a un segundo o a un tercer plano en el sindicato dependerá de lo que salga de las urnas el mes que viene. Ella, al anunciar su marcha, propuso una candidata, Carme Freire, pero desde entonces, en el cortísimo pasillo de la sede central del SLG, se han oído algunos nombres más. De todas formas, gane quien gane, Senra, que se va porque no quiere jubilarse en el cargo, descarta tomar las riendas de la explotación que ha fundado con su pareja: "Es que no voy a tener mucho más tiempo que ahora...".
Esta nacionalista no abandona el campo sindical ni lo deja en barbecho. Sólo rota los cultivos. Y seguirá tomando infusiones para que la agricultura sea "sostenible y respetuosa con el medio". Para que "el papel del campo en la sociedad sea objeto de debate" en todos los estamentos. Batallando por el "derecho a decidir nuestra política alimentaria", porque "un país que no controla su alimentación no será libre jamás".
"Los ciudadanos, cuando van al mercado o al hipermercado (de una cadena que siempre es de fuera), todavía no piden ni encuentran productos gallegos", protesta Senra. "No puede ser que las multinacionales dicten nuestra alimentación. Comer tomates en invierno fomenta el gasto energético y el esclavismo. El acto ciudadano de comprar no es inocuo, sino político".
La sindicalista que adivinó la llegada del mal de las vacas locas y vio cómo, durante sus mandatos, esta enfermedad y más aún la cuota láctea redujeron de 100.000 a 13.000 las explotaciones lecheras, se confiesa, no obstante, "optimista con el futuro".
Pero para eso "es necesario que se siga trabajando el campo en todo el territorio gallego" y que las mujeres encuentren guarderías, transportes, servicios suficientes en él para que quieran quedarse a vivir. "Si ellas se van, si no consiguen la cotitularidad con sus maridos, las explotaciones tienen los días contados". Así pensaba cuando comenzó a colaborar con los Comités de Axuda á Loita Labrega en los 70, y así sigue pensando "31 años más vieja". Así educa a sus tres hijos (un niño y dos niñas de 12, 8 y 6 años), que viven en la granja ecológica de Vedra, un terreno de 8.000 metros cuadrados donde la familia tiene huerta, invernadero y colmenas.
En realidad, la producción de miel la tienen repartida entre esta propiedad de la provincia de A Coruña y otra próxima a Monforte: "De esta manera obtenemos una variedad de montaña y otra de prado y eucalipto", comenta. Su compañero reparte a domicilio cestas de productos "de temporada", "patatas, cebollas, ajos, tomates, judías, berenjenas, pepinos y calabacines", y un día a la semana va a vender al mercado de Bertamiráns en la furgoneta. Quizás ella, después de desayunar una infusión, pueda ahora acompañarle "algún día". Buscará tiempo donde sea y, si lo encuentra, jura que nunca lo perderá "en la peluquería".
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