El tiempo excesivo para cubrir los trayectos irrita a los viajeros
Como ordenada antesala del MNAC, la avenida de Maria Cristina se transformó ayer en una improvisada terminal de transporte. Los autobuses lanzadera con destino a Gavà, El Prat y Viladecans funcionaron con regularidad y asumieron, sin demasiados problemas, el volumen de tráfico de una jornada laboral. Muchos viajeros, víctimas de la confusión, habían pasado antes por Sants. Como Nora. "No me había enterado. Vengo de Cornellà, tengo que coger el bus a Gavà y luego otra vez el tren hasta Cunit, una tortura".
Los despistados (o desinformados) no fueron uno, ni dos, ni tres, sino muchos más. Esta circunstancia enfadó aún más a los viajeros, que ya habían tenido que madrugar más de lo acostumbrado por miedo a llegar tarde al trabajo o perderse alguna clase. Lo que más irritó a los pasajeros fue el tiempo excesivo que necesitaron para cubrir sus trayectos habituales. En hora punta, coincidiendo con las retenciones de tráfico en las entradas y salidas de Barcelona, el trayecto entre plaza de Espanya y Gavà se cubrió en unos 50 minutos. El recorrido se hizo a través de Montjuïc, la Zona Franca y, finalmente, la C-31. Pese a las indicaciones de la Guardia Urbana, algunos conductores desconocían la ruta y se perdieron.
Dentro del autobús que partió a las once hacia Gavà, los pasajeros relataron sus andanzas. Una pareja andaluza, que llegó a Barcelona desde Almería en barco, llegaba tarde a la cita con una prima de Calafell. Magdalena Gil explicó que tardó más de dos horas en llegar desde Vilanova a Barcelona para hacer unas gestiones "de cinco minutos". Y una pareja inglesa en bermudas pretendía dirigirse a Sitges, a pesar de que el conductor les indicó que el bus sólo iba hasta Gavà. Ellos no le entendieron, pero nadie hablaba inglés.
En la estación de Gavà, desde donde se puede continuar el trayecto en ferrocarril hacia Sant Vicenç de Calders, se fueron acumulando autobuses. Algunos, ante la imposibilidad de seguir avanzando, dejaban a los pasajeros a 200 metros de la estación. Nadie protestó. Más aún: los viajeros, preparados para lo peor, incluso se mostraron gratamente sorprendidos por el funcionamiento del operativo especial.
A primera hora, los pasajeros se amontonaron en las escaleras y en el túnel de la estación. Las esperas fueron de unos 10 minutos. "Me he levantado 40 minutos antes de lo normal y la cosa va bastante bien", comentó Gaizka, un joven fisioterapeuta. Lo que sí molestó fue la incomodidad de hacer transbordos: del tren al bus y viceversa. Añadiendo una dosis más de confusión, el maquinista de un tren que venía de Sant Vicenç a las tres explicaba que los pasajeros debían apearse en Gavà. "Desde allí, un autobús les llevará a Sants". Lo que no sabía es que el destino de los buses era, igual que las partidas, Maria Cristina.
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