Residencias para mayores, un negocio de futuro
El envejecimiento de la sociedad está provocando el auge y la profesionalización de centros para ancianos con discapacidad
Los españoles mayores de 65 años ya representan el 17% de la población (unos 7,5 millones de personas), un tercio de los cuales tiene algún grado de dependencia, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este progresivo envejecimiento de la sociedad está provocando el auge y la profesionalización de residencias, un negocio asistencial con mucho futuro. Prueba de ello es la aparición de varios másteres especializados, centrados en formar a empresarios con una dimensión más humana.
Los españoles quieren vivir en su casa toda la vida. Incluso en el caso de padecer alguna enfermedad propia de edades avanzadas y necesitar cuidados médicos diarios, casi ocho de cada 10 personas mayores de 55 años (el 78,1%) optaría por contratar servicios de atención a domicilio, según un estudio realizado en 2006 por la fundación Edad & Vida, dedicada a impulsar iniciativas que mejoren el ámbito económico y social de este colectivo. Este informe revela que el 16,3% de los consultados preferiría trasladarse a una residencia y sólo el 5,6% restante iría a vivir a casa de algún familiar.
"Aunque es un trabajo muy exigente emocionalmente, merece la pena por la gratitud diaria que recibes de las personas para las que trabajas"
El principal motivo para no ir a una residencia es que no todo el mundo puede sufragar los gastos. Ahora mismo, España cuenta con unas 3.600 residencias públicas y privadas, con un total de 273.000 plazas, cuyo precio medio se sitúa alrededor de los 1.400 euros mensuales, según varios informes realizados por las firmas Deloitte y DBK. Los servicios a domicilio, por su parte, cuestan, como mínimo, unos 600 euros al mes.
Sin embargo, "a partir de los 65 años, entre el 5% y el 7% de las personas mayores se ven obligadas a acudir a una residencia para poder ser atendidas con garantías las 24 horas del día", afirma Josep de Martí, director de Inforesidencias.com, un portal de internet que cada año permite encontrar residencia a más de 10.000 jubilados en toda España.
En su opinión, "la necesaria homogeneización de este sector, que mejorará notablemente las condiciones de estos centros, se producirá a partir de 2015", año en el que empezará a percibirse el impacto de la Ley de Dependencia, que entró en vigor el pasado 1 de enero. Esta ley exige que todas las residencias sean examinadas con el fin de que sólo sean homologadas las que cumplan con una serie de requisitos de personal y de normas de calidad.
A lo largo de las próximas décadas, las residencias van a asumir un papel destacado en la sociedad. Se estima que los mayores de 65 años representen el 20% de la población española en 2020 y el 35,7% en 2050, convirtiéndose así en el tercer país más viejo del mundo, por detrás de Corea (38,2%) y Japón (39,6%), según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Y no sólo eso: se estima que unos 10.000 españoles tienen más de 100 años y que 1,4 millones de ancianos viven solos, sin nadie que los cuide, según el INE.
Por todo ello, "se trata de un mercado emergente, que posibilitará emprender negocios dignos y con mucho futuro", concluye De Martí. Con el fin de profesionalizar su funcionamiento, existen varios posgrados y másteres en gestión de residencias y servicios para las personas mayores, entre los que destaca el que oferta la escuela de Negocios IDE-CESEM; el de la Fundación Pere Tarrés (URL); el de la Asociación Madrileña de Residencias de la Tercera Edad (AMRTE); el del Instituto de Formación Continua (IL3, de la UB) y el del Instituto Superior de Estudios Profesionales (CEU).
Para dirigir cualquier negocio relacionado con la tercera edad, "lo más importante es combinar una eficaz gestión empresarial con una vocación humana y asistencial", asegura Ezequiel Martínez, director técnico de Gure-Etxea, en Barcelona, considerada en 2006 como la mejor residencia de hasta 50 plazas de toda España. Cuenta con un espacio de 1.000 metros cuadrados, donde conviven 50 ancianos y 25 trabajadores sociales. En opinión de Martínez, "aunque es un trabajo muy exigente emocionalmente, merece mucho la pena por la gratitud diaria que recibes de las personas para las que trabajas".
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