El Sevilla se da un respiro en casa del colista
Dos goles de Luis Fabiano hunden a un inocente Levante
El partido era necesario, pero únicamente por las necesidades varias que apretaban a sus respectivos protagonistas, porque, por lo demás, resultó totalmente prescindible, necesitado de fútbol. Y eso que la parroquia levantinista tenía ganas de partido, tenía ganas de ver si su equipo mejoraba algo con el italiano De Biasi como patrón. Pero las esperanzadoras dudas duraron poco más de cinco minutos. Una jugada de habilidad con suerte de Luis Fabiano -muy hábil en el regate en giro a Álvaro y tremendamente afortunado en el camino que tomó su chut posterior- demostró lo tremendamente vulnerable que sigue siendo el conjunto valenciano. Y si a las carencias estructurales se le une la imprudencia individual, pues a uno se le acaba el partido antes de que se cumpla siquiera el primer cuarto de hora. A los 13 minutos, Luis Fabiano se aseguró una fantástica estadística para un desempeño tirando a flojo al aprovechar la ejecución del penalti que había cometido poco antes Descarga al desviar con la mano un centro de Duda desde la banda izquierda. Y chis-pum, se acabó la historia. Así, tan de golpe, tan pronto, tan dolorosamente fácil.
LEVANTE 0 - SEVILLA 2
Levante: Storari; Descarga, Álvaro, Bruno, Rubiales; Ettien (Riga, m. 46), Viqueira (Berson, m. 46), Miguel Ángel, Tommasi (Geijo, m. 61), Juanma; y Riganó. No utilizados: Kujovic; Gaspar, Serrano y Courtois.
Sevilla: Palop; Alves, Boulahrouz, Dragutinovic, Adriano; De Mul, Renato (Fazio, m. 82), Keita, Duda; Luis Fabiano (Chevantón, m. 56) y Koné (Poulsen, m. 63). No utilizados: De Sanctis; Navas, Capel, Hinkel y Martí.
Goles: 0-1. M. 6. Luis Fabiano, desde el borde del área. 0-2. M. 13. Luis Fabiano, de penalti.
Árbitro: Rubinos Pérez. Amonestó a Bruno, Rubiales, Descarga, Keita y Chevantón.
Unos 10.000 espectadores en el Ciutat de Valencia.
Di Biasi decidió tirar de los muchos compatriotas que se encontró en la nómina de su nuevo equipo para colgar el equipo de ellos. Debió de ser por razones culturales, porque el resultado futbolístico no se vio por ningún lado. El ex del Torino decidió llenar el centro del campo de jugadores azulgrana. Miguel Ángel pareció el encargado de conectar la zaga con los centrocampistas y recurrir también al pase largo cuando la cosa se atascara. Según el mundo ideal de la pizarra de De Biasi, Tommasi abrocharía el juego colectivo con el palomero Riganó. Al centrocampista catalán, le salió un pase en todo el partido. A la media hora del inicio, la defensa sevillista se tragó el globo de Miguel Ángel para Rigano que debió de quedarse tan perplejo que no acertó ni a controlar la pelota. De Tommasi tan sólo se puede decir que corrió mucho, tan despistado y confuso con el planteamiento de su entrenador como el resto de sus compañeros.
El Sevilla ganó fácil, facilísimo, pero tampoco le dio para tirar ningún cohete. La defensa no tembló más veces porque no le llegaron más. Jugadores como Duda o De Mul desaprovecharon la buena oportunidad para buscarse las alubias en un club en el que no están baratas. Los puntos, y poco más. Qué envidia, dijeron los levantinistas.
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