Más de la mitad de los jóvenes emancipados necesitan ayuda de sus padres
Los jóvenes no abandonan el hogar paterno ni a la de tres, es la queja cada vez más extendida. En algunos casos no pueden, no les llega el sueldo para el alquiler. En otros, muy justito y aunque se acaban emancipando, no sale a cuenta: ni a ellos ni a su familia. Más de la mitad, el 57% concretamente, de los jóvenes de entre 25 y 29 años que se emancipan necesitan la ayuda económica de otras personas para poder hacerlo, básicamente de los padres. Se trata de más de 170.000 jóvenes en Cataluña, de acuerdo con estimaciones de la UGT, que ha acuñado un nuevo término para definirlos: semiemancipados.
En el caso de una pareja de entre 20 y 34 años con un hijo, la ayuda familiar puede llegar a representar hasta un cuarto de los ingresos de su nuevo hogar; en el supuesto de una joven de 25 y 29 años, la mitad, el 13%. Es "inadmisible", protestó ayer la secretaria de política institucional del sindicato en Cataluña, Eva Granados, quien responsabiliza de esta situación a "un modelo económico basado en costes salariales bajos", y "sustentado por la familia".
Los bajos salarios (la mayoría no llegan ni a mileuristas) unido a los desorbitados precios para poder acceder a una vivienda, los problemas para conciliar la vida laboral con la familiar debido a los horarios y la falta de servicios públicos son los ingredientes para que sin el salario diferido de los padres, sus hijos no puedan emanciparse. Salario diferido que en muchos casos es en especies (comidas, mantenimiento del hogar y cuidado de los nietos).
Más que ayudas a la emancipación, el sindicato reclama un cambio de modelo: dignificar los salarios y reservar más suelo para viviendas de protección. "Por muchas ayudas que haya, de poco sirve si alquilar un piso en Barcelona cuesta 950 euros de media", subrayó el portavoz de Avalot-Jóvenes de la UGT de Cataluña, Chakir el Homrani.
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