Reflexión insoslayable
IU no aceptó nunca del todo que no era una opción de gobierno. Y tampoco que a buena parte de sus votantes no les importaba que no lo fuera. Había muchos votantes de IU que tenían interiorizado que la función de dicha formación política era la de conseguir la opción más de izquierda posible en la dirección del Estado o de la comunidad autónoma, aceptando que el protagonismo de esa opción de izquierda iba a ser inevitablemente socialista.
Escribo en pasado porque, desde los infaustos años de Julio Anguita, IU ha perdido buena parte de esos votantes y se ha acabado reduciendo a un grupo cuasi marginal, que tiene muy comprometido su futuro como partido parlamentario. Desearía equivocarme, porque considero que sería un empobrecimiento del sistema político que IU dejara de estar tanto en las Cortes Generales como en el Parlamento de Andalucía. Pero me temo mucho que vaya a ser así.
No sé, en consecuencia, si es demasiado tarde, pero, en todo caso, creo que la dirección de IU debería iniciar una reflexión sobre su posición en el sistema político español en todos sus niveles de gobierno, estatal, autonómico y municipal e intentar diseñar una estrategia acorde con el resultado al que debería conducirle esa reflexión. Su posibilidad de supervivencia depende de ello.
En la disparatada estrategia del sorpasso que puso en práctica IU bajo la dirección de Julio Anguita y cuya máxima expresión tuvo lugar en Andalucía, en especial entre los años 1994 y 2000, es donde está el origen de la crisis actual de IU, que, justamente por eso, ha sido en Andalucía tal vez mayor que en otros territorios. Al menos en términos relativos, ya que la posición que llegó a tener IU en Andalucía a mediados de los noventa sólo es comparable con la que tuvo el PSUC en las elecciones generales de 1977 y 1979 y en las primeras elecciones catalanas de 1980.
IU rechazó el ofrecimiento que le hizo el PSOE de entrar en el Gobierno en 1994 y prefirió llegar a un acuerdo con el PP. Gracias a ese acuerdo, por ejemplo, Diego Valderas fue presidente del Parlamento durante los dos años de esa legislatura. Estoy seguro, aunque no creo que lo vaya a reconocer nunca, que él está arrepentido de haber sido presidente con ese apoyo, cuando podía haberlo sido con apoyo socialista. En lugar de asentarse como un puntal de un gobierno de izquierdas y de haber dispuesto de un buen número de consejerías, en las que podría haber puesto de manifiesto su capacidad de gestión, la dirección de IU prefirió poner en práctica una política de desgaste del PSOE con el vano propósito de convertirse en el partido de gobierno de izquierda de España y de Andalucía.
No lo consiguió porque no lo podía conseguir. El sorpasso era un espejismo sin ninguna consistencia. El PSOE, junto con el PNV, es el único partido centenario de España. Forma parte de su constitución material y es completamente imposible que un partido de origen comunista pueda sustituirlo como partido de gobierno. Lo único que puede conseguir una operación como la que puso en marcha IU en los años noventa, es acabar con un partido de derecha, con tendencia a ser de extrema derecha, en el poder. La máxima contribución de Julio Anguita al sistema político español fue llevar al gobierno a José María Aznar.
Luis Carlos Rejón no lo consiguió en Andalucía con Javier Arenas. El resultado fue que tuvo que hacer frente desde entonces al gobierno de España más antiandaluz de la historia de la democracia, sin tener legitimidad para enfrentarse a él.
Desde entonces IU viene girando como una peonza sin tener norte por el que orientarse. Todavía no ha interiorizado el disparate que supuso su estrategia del sorpasso y ha hecho una crítica de la misma, que le permitiera situarse en el lugar que tiene que situarse en España y en Andalucía. Como decía al principio, no sé si dispone de tiempo para hacerla o si le va a pillar el toro de las próximas elecciones. Pero si no la hace, el toro le pilla. En las próximas o en las siguientes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.