La figura del Che
Al proceso de mitificación de la figura de Che Guevara que produjo la leyenda dorada que ha rodeado su vida y obra ha sucedido una enconada campaña de ataques y descrédito cuyo propósito es sustituirla por otra leyenda, pero ésta negra, que ponga fin a toda posible consideración positiva del sentido de su lucha.
Las numerosas acciones lanzadas con ese fin, entre otras, aquí en Francia, el libro del periodista exiliado cubano Jacobo Machover La cara oculta del Che, se sitúan en el marco de la poderosa movilización ideológica mundial que, inspirada en la doctrina de los neocons norteamericanos y lanzada por sus think tanks, aspira a privar de legitimidad todas las opciones de progreso y a abortar las iniciativas políticas que las revindiquen.
El editorial de EL PAÍS Caudillo Guevara del pasado día 10 se sitúa en esa línea, que no creo que corresponda, ni en su simplista y sesgada argumentación ni en la agresividad de sus modos expositivos, con la posición dominante de este periódico.
Pues intentar acabar con el mito de Che Guevara a fuerza de insultos y de infundios, y reducir la complejidad de su persona y planteamientos -no puede olvidarse sus críticas a la Unión Soviética, entre otros lugares en el discurso de Argel- al comportamiento de un terrorista, no es sólo una falsificación de la historia, sino que, sobre todo, representa la total negación de cualquier hipótesis de transformación radical de la sociedad. Lo que en América Latina equivale a condenar a la miseria y a los enfrentamientos suicidas a un continente. Destino que se opone al propósito fundacional de EL PAÍS y a su compromiso con la lucha por las libertades y la justicia social en España y, hoy, desde su recién inaugurada condición de diario global en el mundo. Que muchos de quienes tenemos algo que ver con él queremos que se mantenga y confirme.
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