Desnudez monástica
HOSPEDERÍA DE SAN JUAN DE LA PEÑA, 25 habitaciones en pleno Camino de Santiago
Panteón de los reyes de Aragón desde el siglo X, el monasterio de San Juan de la Peña constituye un hito imprescindible del Camino de Santiago a su paso por el Pirineo de Huesca. La expansión benedictina por el norte peninsular incentivó durante el siglo XVIII el traslado de los monjes a unas nuevas dependencias en la explanada de San Indalecio, apenas un kilómetro más arriba, por una carretera boscosa que invita hoy a unos deliciosos paseos en familia.
Este cenobio de sesgo barroco acaba de ser acondicionado por el Gobierno regional de Aragón como un recinto multidisciplinar donde se ha situado el Centro de Interpretación del Reino y la Corona de Aragón (CIRCA), un centro de interpretación del propio monasterio y una moderna hospedería con 25 habitaciones adscrita a la red de Hospederías de Aragón.
HOSPEDERÍA DE SAN JUAN DE LA PEÑA
Cuatro estrellas. San Juan de la Peña. Santa Cruz de la Serós (Huesca). Teléfono: 974 37 44 22. Fax: 974 37 44 04. 'Web': www.hospederiasdearagon.com. Instalaciones: garaje, 'spa' (sauna, camas subacuáticas y baño turco), gimnasio, salas de convenciones (145 personas), salón, cafetería, comedor. Habitaciones: 21 dobles, 4 dobles especiales; calefacción, aire acondicionado, teléfono, TV satélite, minibar, secador, albornoz, habitaciones para no fumadores. Algunas habitaciones, adaptadas para discapacitados. No admite animales. Precios (IVA incluido): temporada alta, 165,80 euros; baja, 128,40; desayuno, 12,80. Tarjetas de crédito: American Express, Eurocard, MasterCard, Visa, 6000.
Arquitectura ... 8
Decoración ... 8
Estado de conservación ... 9
Confortabilidad de habitaciones ... 7
Aseos ... 6
Ambiente ... 7
Desayuno ... 2
Atención ... 4
Tranquilidad ... 9
Instalaciones ... 6
Sorprende una rehabilitación tan audaz en la forma como inteligente en la vertebración de los espacios, máxime cuando este tipo de encargos suele caer fácilmente en el pastiche historicista.
Minimalismo
Aquí, los arquitectos Joaquín Magrazo y Fernando Used han aprendido del genius monástico la austeridad de lo espiritual, el minimalismo de la clausura, con un trabajo de rehabilitación gustoso con la madera, el vidrio y las placas de cobre instaladas en la cubierta de los 16.000 metros cuadrados construidos.
El acceso se realiza por un extremo opuesto al pórtico de la iglesia, a través de una protuberancia acristalada que extrae hacia el exterior lo mejor de la esencia hotelera, la desnudez de un vestíbulo apenas decorado con una batería de sillas y taburetes Bertoia, así como tres sillitas frailunas dispuestas geométricamente frente a un ventanuco lateral a la recepción. Los pasillos, emparedados de madera al igual que la tarima flotante del suelo, proyectan una larga transversal sobre la crujía de un ala del monasterio. Lástima que una alfombra protectora reste pureza conceptual a la perspectiva.
Alineadas a todo lo largo de la segunda planta, las habitaciones miran al bosque desde una amplitud inusual en las hospederías conventuales, fruto de un rediseño ambicioso de las antiguas celdas. Eso sí, a costa de enclaustrar en pocos metros el cuarto de baño.
Toda la bondad del paisaje y la arquitectura se vuelve cicatería en el servicio. De noche, el lugar queda desatendido. Y aún más a la hora del desayuno, en un comedor compartido con el autoservicio de cafetería que ofrece el centro de interpretación, separado por un biombo de papel. Menos mal que el silencio redime al huésped en su soledad.
ALREDEDORES
ES RECOMENDABLE la visita del CIRCA, en el que se pueden apreciar restos del primitivo monasterio bajo un pavimento de vidrio transparente y la recreación de las estancias que tuvo el cenobio y las labores practicadas por los monjes. La entrada cuesta cuatro euros y, si se desea visitar todas las instalaciones, el precio sube a ocho euros. La visita incluye el monasterio viejo de San Juan de la Peña, con su claustro románico al aire libre, y el monasterio e iglesia de Santa María, en Santa Cruz de la Serós. A 17 kilómetros se encuentra Jaca, cuya catedral románica merece una mañana entera. Por el valle del río Aragón se llega al puerto de Somport, paso del Camino de Santiago. En invierno se puede disfrutar de las estaciones de esquí de Astún y Candanchú.
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