Razón de exilio
Elegies de Bierville es uno de los frutos más representativos de la poesía europea de su tiempo. Su europeísmo reside tanto en su entronque directo con Hölderlin y Rilke como en el trasfondo helénico de su reflexión, reforzado en el aspecto compositivo por el uso del dístico elegiaco griego. Escritas entre 1939 y 1942 "en la emigración y dentro del sentimiento del exilio", según afirmó Carles Riba en el prefacio a la segunda edición (Santiago de Chile, 1949), las doce elegías abordan una experiencia compleja: la quête de soi même de una conciencia que, en tiempos de dolor personal y colectivo -el de su propia tierra, pero también el de un continente devastado-, persigue denodadamente la dignidad humana bajo el signo de la fe y la esperanza y bajo la imagen de una Grecia clásica que es, a un tiempo, matriz cultural y refugio ético. El enfrentamiento del poeta consigo mismo está marcado en todo momento por la idea de perfeccionamiento moral, y desemboca en una situación marcadamente religiosa. El estado de espíritu en que Carles Riba se encontraba en los cuatro años que pasó en Francia ("la noble ternura extendida de los árboles de Francia") le hizo escribir: "Creía, simplemente; cristianamente creía en mi persona 'tú a Tú' con Dios, en mi redención y en mi perfeccionamiento último; veía un sentido de la vida y de pronto, por el exilio, como por un ensayo ofrecido de manera providencial, se me anticipaba el sentido de la muerte".
8 ELEGIES DE BIERVILLE
Carles Riba
La primera edición apareció en Barcelona en 1943, pero con fecha de 1942 y pie de imprenta de Buenos Aires, estrategia necesaria en la posguerra al estar prohibido el catalán por el régimen franquista. Ahora no corre mejor suerte: en catalán está en una edición especial auspiciada por el Gremio de Libreros de Cataluña. Visor publicó en 1982 una versión bilingüe catalán-castellano, que Ínsula avanzó en 1956. Carles Riba (Barcelona, 1893-1959) se convirtió en un erudito al que le correspondía a la perfección el perfil de humanista. El autor de 'Salvatge cor' fue poeta, crítico literario, narrador, catedrático de griego y firmó varias grandes traducciones de clásicos para la Fundación Bernat Metge. En 1939 se exilió en Francia y no regresó a Barcelona hasta 1943.
Sólo las cinco primeras elegías fueron escritas en Bierville (Normandía); las demás lo fueron en otros parajes del suelo francés, pero se acogieron al nombre de aquel lugar en el que Riba pasó una temporada con su familia después de su salida de España en enero de 1939. Allí, viviendo en un antiguo molino de aire monacal, en medio de un paisaje "a la par gracioso y severo", el poeta se enfrentó consigo mismo en una lucha por preservar viejos ideales humanistas. Para Riba se había convertido en obsesión la idea de regresar "a mi alma como a una patria antigua", la frase "del gran romántico alemán" que le daba al mismo tiempo la clave de su manera de estar en el mundo. La frase, y la obsesión, hacen recordar los versos de Francisco de Aldana en su Carta a Arias Montano en los cuales el poeta afirma no desear otra cosa que entrarse en el secreto de su pecho "y caminar derecho / jornada de mi patria verdadera". Tanto la experiencia de Riba como la de Aldana lindan con la experiencia mística.
Leí por primera vez las Elegies de Bierville a principios de la década de 1970, dentro de una amplia antología bilingüe de Riba titulada Obra poética y publicada por Ínsula en 1956. La traducción de las Elegies era de Alfonso Costafreda, y había aparecido originariamente en la colección Adonais tres años antes. Eran tiempos en los que, con Joaquín Ruiz-Jiménez en el Ministerio de Educación Nacional, una tímida apertura política de signo liberal hizo posibles los Congresos de Poesía de Segovia (1952), Salamanca (1953) y Santiago de Compostela (1954), a los que asistieron Riba, Foix y otros poetas catalanes, circunstancias que facilitaron una mayor comunicación entre poetas de lengua catalana y castellana. Por desgracia, esa comunicación no ha sido tan fluida en épocas posteriores, y sólo se ha producido en autores, casos e interlocutores muy determinados. "No hay que descartar un nuevo interés por la lírica catalana en España", escribió hace muy poco Manuel Guerrero. Quienes nunca hemos dejado de mantener una comunicación viva con la poesía y la cultura catalanas creemos que ese diálogo es hoy absolutamente imprescindible.
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