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Reportaje:

La última rebelde de Baviera

La conservadora CSU humilla a la dirigente Gabriele Pauli y rechaza de plano su propuesta de matrimonio a plazos

Miguel Ángel Villena

Hace apenas un año, Gabriele Pauli era una dirigente de los socialcristianos bávaros en la pequeña ciudad de Fürth; economista divorciada de 50 años, pelirroja, de ojos azules, de oratoria brillante y de ideas muy avanzadas para un partido tan conservador como la CSU. En resumen, una perfecta desconocida. Pero durante los últimos meses, Gabriele Pauli ha sido la alemana con más proyección junto con la canciller Angela Merkel, hasta que el congreso de la CSU del pasado fin de semana ha condenado a la rebelde y díscola política al silencio, la humillación y la burla.

A lo largo de 2007, Pauli había provocado la dimisión de Edmund Stoiber tras denunciar que el jefe de Gobierno de Baviera había ordenado espiar su vida privada, harto ya de las críticas de la dirigente de Fürth. También había iniciado Pauli una carrera como modelo fotográfica, había propuesto en el congreso de su partido que el matrimonio tuviera que renovarse cada siete años y, en definitiva, se había convertido en una "bruja loca", como la llamaban algunos delegados. Demasiados escándalos en un partido de ley, orden y misa dominical.

No contenta con haber sido incapaz de sumar ni un solo voto, entre un millar de delegados, a su propuesta de renovación del matrimonio cada siete años, una noticia que dio la vuelta al mundo, Gabriele Pauli subió el sábado pasado a la tribuna de oradores del congreso de la CSU, como candidata a la presidencia, con un discurso que oscilaba entre la ingenuidad y el caos mental. "El ejercicio de la política no debe servir para conseguir el poder, sino para hacer felices a las personas" o "decir sí cada siete años a tu pareja puede resultar algo muy bonito", fueron algunas de las manifestaciones de Pauli que fueron acogidas por centenares de delegados con el más absoluto desprecio. "Cosas de la Pauli" o "se ha equivocado de partido" fueron comentarios habituales en los pasillos. Rodeada durante las sesiones del congreso por un auténtico enjambre de fotógrafos y cámaras de televisión, convertida en carne de prensa sensacionalista, Gabriele Pauli ha pretendido alargar su tiempo de fama y su partido la ha fulminado con el vacío. "Quizá he sido provocadora", ha confesado estos días, "pero deseaba provocar una cierta catarsis en el partido, impulsar aires de modernidad".

Lo cierto es que Pauli provocó un terremoto en su partido con sus duras críticas contra el todopoderoso Stoiber, y sus valientes denuncias obligaron a dimitir al jefe del Gobierno de Baviera. Los grises y mediocres lugartenientes de Stoiber como Günther Beckstein, que será el nuevo ministro-presidente del land, y como Edwin Huber, nuevo responsable del partido, nunca se hubieran atrevido a desafiar a su líder. Ambos se han aprovechado de la rebeldía de esta mujer para luego humillarla en público.

En vano se esforzó la dirigente de Fürth en pedir, durante el congreso, una explicación a lo que ha ocurrido en los últimos meses y una restitución de su honor perdido. Desaparecidas las cámaras, Gabriele Pauli ha vuelto a su pequeña ciudad y un delegado ha podido exclamar en la sala del congreso: "El orden ha vuelto al fin al mundo de la CSU".

Gabriele Pauli habla ante la prensa en el congreso de la CSU el sábado en Múnich.
Gabriele Pauli habla ante la prensa en el congreso de la CSU el sábado en Múnich.EFE

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