La costurera del mundo
La Retoucherie de Manuela lidera el sector de arreglos de ropa con 300 tiendas en 17 países
"Ya no cose ni tu abuela". Impresa sobre las camisetas amarillas de los empleados de la Retoucherie de Manuela, la frase resume la clave del éxito de la cadena de arreglos de ropa fundada por Manuela Rodríguez Losada, que en apenas diez años ha construido un pequeño imperio de 310 establecimientos en 17 países. La Retoucherie es la empresa pionera y líder de un sector de rápido crecimiento, impulsado por la desaparición de las costureras tradicionales y la incorporación de la mujer al trabajo. "Lo mismo que antes se hacía en las casas, lo hacemos nosotros en nuestras tiendas", afirma Manuela Rodríguez.
Esta gallega de 72 años, vital y luchadora, es una mujer hecha a sí misma. La mayor de ocho hermanos, se crió durante la Guerra Civil y la posguerra y comenzó a trabajar en la confección a la edad de 9 años. A los 23, ya casada, emigró a Francia con su marido, cortador de zapatos a medida, en busca de nuevas oportunidades y un ambiente, según relata, "más acorde con nuestras inquietudes" que la gris España de los años cincuenta. "Empezamos de cero y poquito a poco fuimos abriéndonos camino", recuerda.
Manuela Rodríguez se enorgullece de dar trabajo a mujeres mayores de 40 años, uno de los sectores más castigados por el paro
En París crió a sus cuatro hijos, dos niños y dos niñas. Trabajó primero en casa, haciendo arreglos por encargo, y luego para firmas de pret a porter. Años después, animada por sus jefes, nació la idea de montar su propia retoucherie (tienda de arreglos, en francés) en un centro comercial de París, embrión de lo que luego sería la Retoucherie de Manuela. "Siempre fui una mujer muy inquieta y emprendedora", recuerda la empresaria. "Me gustan mucho los retos".
Estreno en La Vaguada
Cuando su hijo más pequeño cumplió los 18 años, la familia decidió regresar a España y establecerse en Madrid. Manuela Rodríguez abrió su primera tienda española en La Vaguada, coincidiendo con la inauguración del centro comercial madrileño, en 1983. Era un local de 17 metros cuadrados que continúa en el mismo sitio y al que ella define como "una mina de oro". Con sus cuatro hijos incorporados al proyecto, hace diez años puso en marcha la expansión de la empresa mediante franquicias. El marido de su hija mayor creó la imagen de marca que identifica a las tiendas de la cadena: una cinta métrica en forma de lazo con los colores negro y amarillo.
Desde entonces, la compañía no ha dejado de crecer. El año pasado facturó 40 millones de euros, un 15% más que en el año precedente. De los 312 puntos de venta que tiene en todo el mundo, 28 son tiendas propias y el resto franquicias. Ya hay más retoucheries en el extranjero (171) que en España (141).
Manuela Rodríguez defiende con pasión que el arreglo de ropa es un negocio con futuro porque no sólo prospera, como mucha gente piensa, en tiempos de crisis, cuando la clientela acude a las tiendas de arreglos para alargar la vida de una prenda. "Cuando la economía está más boyante la gente tiene más dinero, se compra más ropa y también hay que arreglarla", sostiene. "Lo que me ha dado fuerza todo este tiempo", añade, "es la seguridad de que siempre va a existir esa necesidad".
En el cuartel general de la Retoucherie, ubicado en un polígono industrial del norte de Madrid, todo el mundo se refiere a Manuela Rodríguez por su nombre de pila. Ella está especialmente orgullosa de dar empleo a mujeres mayores de 40 años, el grupo de población más castigado por el paro. Muchas de ellas lleven en empresa desde el principio. "La mayoría, son mujeres que han estado en casa cosiendo, porque era la manera de criar a tus hijos sin tener que salir de casa y de ganarte un sueldecito de apoyo", señala. "Llega un momento en que los hijos están criados, se divorcian o se quedan viudas y no están preparadas para hacer otra cosa". El 95% de las empleadas de la Retoucherie de Manuela son mujeres.
Sostiene Rodríguez que la Retoucherie ha contribuido a dignificar el oficio de costurera: "Yo no he inventado lo de los arreglos, pero sí podemos decir que los hemos llevado a un punto más profesional". Asegura que el éxito de su aventura empresarial puede servir de ejemplo a muchas mujeres en su situación. "Cuando empezamos la franquicia yo tenía 62 años. No soy única. Cualquiera puede hacerlo".
No quiere ni oír la palabra jubilación. Recuerda que cuando cumplió 65 años hizo una fiesta de no jubilación en Marbella, a la que asistieron todos los franquiciados. Sin perder de vista el negocio, pasa cada vez más tiempo en su casa de A Penela, la aldea cercana a Monforte de Lemos (Lugo) donde nació. Allí, la práctica del yoga, el tai chi y el baile de salón le ayudan a mantenerse en forma y a aparentar unos cuantos años menos de los que tiene. Su ilusión ahora es crear allí una fundación para construir una residencia de mayores.
A la Retoucherie le han salido multitud de imitadores, pero su fundadora asegura que su imagen y su método de trabajo son la mejor garantía de que mantendrá el liderazgo del sector. "Somos profesionales de verdad. Hemos creado todo con mucho mimo, con mucho detalle. Todo está muy pensado y muy estudiado: el saber hacer, la imagen de marca, la atención al cliente... nada está improvisado", afirma. Cuando se le pregunta por las claves del éxito, responde: "Todo lo hemos hecho con mucho amor, y eso se nota en tu trabajo y en cualquier cosa que haces en la vida. Cuando haces algo de corazón, no tiene más remedio que salir bien".
De Casablanca a Shanghai
Manuela Rodríguez guarda como uno de los mejores recuerdos de su vida de empresaria el momento en que un grupo de hombres de negocios chinos se puso en contacto con la Retoucherie para abrir franquicias en su país. En enero pasado se abrieron tres tiendas, dos en Shangai y una Pekín, y durante lo que resta de año serán 17 más gracias al acuerdo alcanzado con un grupo que gestiona 500 tintorerías en toda China.
En abril se abrió en Casa Blanca la primera tienda en el continente africano. A finales de año serán tres en ese país.
En España, el objetivo de la Retucherie de Manuela es contar con puntos de venta en todas las capitales de provincia, bien con el modelo de tienda o con el de pequeño quiosco instalado en grandes superficies. Aún le quedan la mitad.
En el extranjero, la compañía se ha propuesto seguir creciendo en EE UU, Francia, Marruecos y China, y llegar a los países del este de Europa. El ritmo de apertura de tiendas previsto para los próximos años es del 7%.
La presencia de la Retucherie de Manuela es especialmente significativa en América Latina, donde sus tiendas son gestionadas por único máster franquiciado. De los casi 125 puntos de venta abiertos en el subcontinente, 79 de ellos están en Venezuela.
También tintorería
La Retoucherie de Manuela tiene varias líneas de negocio. Arregla prendas de vestir en una hora -bajos, cremalleras y botones- o en un día, y también ofrece un servicio especializado en punto, ante y cuero. Las llamadas transformaciones creativas permiten al cliente utilizar las instalaciones de la empresa para reciclar y transformar sus propias prendas. La Retucherie ha ampliado su oferta añadiendo limpieza y tintorería express en las tiendas llamadas Retucherie de Manuela Plus, así como trabajos de bordado.
Todos sus empleados y franquiciados asisten a cursos de formación en su sede de Madrid, donde aprenden a trabajar al estilo de la casa. Aunque ya sepan coser, tienen que aprender su sistema exclusivo desde el principio. "Yo voy por la calle, veo que una persona lleva una prenda arreglada y sé si está arreglada por la Retoucherie o no", asegura Manuela Rodríguez.
En junio del año pasado, la empresa puso en marcha un plan de beneficios sociales para sus empleados, que disfrutan de una póliza de seguro médico privado sin coste alguno.
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