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Columna
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El general

Manuel Rivas

La última batalla del teniente general Gabeiras fue ecológica. Muy joven, luchó como artillero en el bando franquista y luego combatió en Rusia en la División Azul. La vida da muchas vueltas: la primera escritura galaica, en granito y con punzón de sílex, es el laberinto. José Gabeiras era jefe de Estado Mayor el 23-F y fue la inteligencia ejecutora que desmontó el golpe. El joven artillero vencedor en la guerra, desarmó de verdad al franquismo cuatro décadas después. Fue él, en persona, quien detuvo a los jefes golpistas. Primero, a Armada. Luego, a Milans. Pero el último puesto del teniente general Gabeiras fue el de presidente de honor del Comité Ciudadano de Emergencia para la ría de Ferrol. A esa misión se entregó en cuerpo y alma. Y ése era su blasón, presidir un comité ecológico, cuando falleció en enero de 2005. Amaba la ría de Ferrol y se opuso a la instalación en el interior de la bahía, en el enclave natural de Mohá, de una gigantesca regasificadora. Le repugnaba la ubicación en el corazón de la ría de esa planta potencialmente peligrosa, mientras se estaba construyendo un costoso puerto exterior, que sería el emplazamiento adecuado. Ahora, los grandes barcos gaseros han de entrar por la angosta embocadura y en horas de pleamar. Pero también le repugnaba el método. Todo se hizo con el máximo sigilo, con una red de poderosas complicidades y con represalias a los técnicos o funcionarios discrepantes. El comité que presidió Gabeiras ha publicado ahora un libro revelador que pone los pelos de punta: Los muros del silencio. Como los pone la visión de un documental sobre este asunto, El salario del miedo, obra de Enrique Banet y Mabel Rivera. Cuando se unió a los vecinos opuestos al proyecto, Gabeiras recibió la llamada telefónica de un preboste conservador. Tras una introducción zalamera, el dirigente político le espetó: "¿Sabe usted, general, con qué compañías anda?". Hay gente que no se corta un pelo. Cuando el negocio está en marcha, son muy igualitarios: lo mismo les da amedrentar a una mariscadora que a un ex jefe del Estado Mayor. A los 88 años, Gabeiras cumplió con honor y valor su última misión patriótica: denunciar la injusticia.

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