Una sonrisa helada que invita a pensar
El CAAC muestra la carga crítica de las imágenes en movimiento en la exposición 'Geopolíticas de la animación'
La animación es una forma de arte forjada con universos paralelos, reinos errantes y territorios ficticios que muestran con precisión las líneas maestras de la realidad. Las sombras se tornan figuras, la plastilina se convierte en arcilla primigenia y los trazos de un dibujo son eficaces vehículos de propaganda. Los pálpitos más secretos se insinúan tan reales como las pesadillas de la duermevela cuando un creador pone sus imágenes en movimiento. La exposición Geopolíticas de la animación, que se inauguró ayer en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Monasterio de la Cartuja, Sevilla), esboza un rico recorrido por un mundo apasionante y tan profundo como la imaginación.
Las figuras de plastilina del artista sevillano Curro González sacian las obsesiones de su creador con la misma energía con la que caminan unos dibujos animados creados por Theodore Geisel y Phil Eastman en el marco de la II Guerra Mundial. Las siluetas de la estadounidense Kara Walker exploran episodios borrados de la historia oficial de EE UU sobre los abusos y la violencia de la esclavitud entre 1788 y 1863. El japonés Joji Koyama presenta su Waterlemon love (Amor de sandía), donde simula un vídeo interactivo para conducir al espectador por un laberinto de ceremonias y ritos. Son sólo algunos ejemplos de los posibles y azarosos encuentros que la exposición depara al visitante.
La modernidad se combina con imágenes de los nautas más inquietos de la fantasía, artistas de la talla de la cineasta alemana Lotte Reininger con sus míticas siluetas de Las aventuras del príncipe Achmed (1926). Las deliciosas imágenes de El hotel eléctrico (1905), de Segundo de Chomón, dan cuenta de la potente mirada de un español lleno de intensidad creativa.
El comisario de la exposición, Juan Antonio Álvarez Reyes, recalca que los cerca de 70 artistas seleccionados en la muestra proceden "de todos los continentes". Y es que la variedad de origen de los creadores es formidable. El argelino Abel Abdessemed, el peruano Gabriel Acevedo, el egipcio Basim Magdy, el chino Tang Maohong, el británico Nils Norman, el brasileño Rivane Neuenschwander, el indio Shilpa Gupta o el turco Memed Erdener ofrecen un arco iris de propuestas que se prolongan en otros nombres en la exposición, que estará abierta hasta el próximo 9 de diciembre. Entre los artistas españoles figuran Manu Arregui, David Cívico, Carles Congost, Valeriano López, Ruth Gómez, Juande Jarillo, Txuspo Poyo y Juan Zamora, entre otros.
"Hemos intentado hablar de la situación política mundial a través de la animación; una animación experimental y crítica. Intentamos cartografiar el estado de cómo seguimos viviendo en un mundo colonial en el que hay un imperio y los demás son colonias. A la vez, el propio imperio está atrapado por su propia ideología", comenta Álvarez Reyes. "En la exposición hablamos de historia, política y arte y de cómo los dibujos animados han sido utilizados como herramienta de transmisión ideológica", añade el comisario de la muestra.
La animación se introduce por todos los canales de la mente. Nada escapa a los tentáculos de un poder tan multiforme como un huracán de sueños. El israelí Gili Dolev dirige la película Promise Land (La tierra prometida). El conflicto palestino-israelí se pliega a la mirada de seis jóvenes que cumplen 20 años el mismo día. Cualquier amigo de las simplificaciones en blanco y negro saldrá decepcionado de esta película.
El granadino Valeriano López tomó como base el lenguaje del videojuego y la publicidad en Estrecho Adventure, una reflexión sobre el fenómeno de la inmigración. Las peripecias de un joven marroquí obligado a sortear obstáculos para conseguir su objetivo dan forma a esta obra. El viaje en patera, la persecución de la Guardia Civil y su trabajo en un invernadero congelan la diversión del jugador más avezado. Como muchas de las creaciones de la muestra, esta obra dibuja en el espectador una sonrisa helada que invita a pensar.
El Plan Museológico del Bellas Artes marcará la ampliación
La consejera de Cultura, Rosa Torres, presentó ayer el Plan Museológico del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Este documento marcará la futura ampliación de la pinacoteca dentro de unas condiciones que deberán seguir los arquitectos que la acometan. Torres estuvo acompañada en el acto por el director general de Museos, Pablo Suárez, y el director de la pinacoteca sevillana, Antonio Álvarez.
El plan describe las actuaciones que hay que desarrollar en materia arquitectónica, expositiva, de difusión, seguridad y recursos humanos en la pinacoteca. Este documento será asimismo la base en la que se sustentarán los arquitectos que elaboren el proyecto de obras de ampliación. El Plan Museológico muestra aspectos como la historia y la naturaleza de las colecciones, la situación actual del recinto y una propuesta de actuación integrada con el desarrollo de distintos programas.
Al actual Museo de Bellas Artes, que cuenta con una superficie de 7.775 metros cuadrados, se incorporará otro edificio, el Palacio de Monsalves, lo que permitirá casi duplicar sus instalaciones al añadir 6.690 metros cuadrados. El Palacio de Monsalves es un edificio que data de finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
El Museo de Bellas Artes de Sevilla está considerado el segundo más importante de España tras el Museo del Prado. Tiene su sede desde 1845 en un edificio barroco, el Convento de la Merced Calzada. La pinacoteca, que alberga colecciones de los grandes maestros de la pintura y escultura sevillana del Siglo de Oro, recibe 200.000 visitantes anuales.
El Museo de Bellas Artes, cuya titularidad es estatal, permanecerá abierto durante el tiempo que duren las obras de remodelación en el Palacio de Monsalves. Las obras correrán a cargo del Ministerio de Cultura. El Ayuntamiento, por su parte, se ocupará de la remodelación de las calles que separan el Museo de Bellas Artes del Palacio de Monsalves y de la plaza del Museo.
El plan señala que la plantilla de 67 puestos de trabajo del actual museo deberá aumentar hasta los 110 o 120 con la ampliación. Ésta no sólo ofrecerá más espacio para exposiciones temporales, sino que también paliará el déficit de servicios internos (taller de restauración, tienda y oficinas). En la Merced seguirán las obras de los grandes maestros, como Zurbarán, Valdés Leal y Murillo, hasta llegar al siglo XVIII. En Monsalves se mostrará el arte del XIX y del XX.
Pablo Suárez dijo que no se atrevía a dar plazos para la ejecución de las obras de ampliación. "Entregaremos el documento al Ministerio de Cultura y, una vez entregado, vendrá la licitación. Corresponde al Ministerio de Cultura la licitación del proyecto arquitectónico", dijo Pablo Suárez.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- CAAC
- Consejerías autonómicas
- Rosa Torres Ruíz
- Declaraciones prensa
- VII Legislatura Andalucía
- Archivos
- Arte multimedia
- Parlamentos autonómicos
- Junta Andalucía
- Exposiciones
- Museos
- Gobierno autonómico
- Parlamento
- Servicios información
- Agenda cultural
- Política autonómica
- Andalucía
- Comunidades autónomas
- Instituciones culturales
- Administración autonómica
- Gente
- Cultura
- Política
- España
- Administración pública