Claqué azulgrana en el Camp Nou
El Barça golea al Zaragoza después de un primer tiempo primoroso con Messi e Iniesta como reyes del mambo
Aunque ni el día ni el rival invitan a convertir el partido en memorable, anoche reapareció la mejor versión del Barça en mucho tiempo, por más optimista y seria que resultara su actuación del pasado sábado contra el Sevilla. Jugó media parte antológica, por dinámica y vibrante, por hermosa y caudalosa, por espectacular y fecunda. Los azulgrana convirtieron al Zaragoza en un muñeco de pim pam pum, desbordado en cada jugada, desde el córner o el área, desde los costados o la frontal, superado siempre por el tráfico. El Barcelona alcanzó la portería de César a una velocidad de vértigo con un fútbol presionante, solidario y preciso. Iba y venía la pelota a pies del agresivo Deco, Iniesta la jugaba con criterio y ventaja, y Messi aceleraba hasta rematar a la red. La actuación de los tres futbolistas azulgrana fue solemne y determinante, contagiosa para el colectivo, desequilibrante en un excitante ataque y gol. A final cayeron cuatro goles, que pudieron ser ocho o dos, tanto da, porque por encima del acierto, el juego fue excepcional. Alcanzado el descanso, el partido se escapó por el túnel de vestuarios y ya no reapareció porque era irrepetible.
BARCELONA 4- ZARAGOZA 1
Barcelona: Valdés; Zambrotta (Oleguer, m. 20), Márquez, G. Milito, Abidal; Xavi, Touré, Deco (Giovani, m. 72); Messi (Bojan, m. 82), Henry e Iniesta. No utilizados: Jorquera; Sylvinho, Thuram y Ezquerro.
Zaragoza: César; Diogo, Sergio, Pavón, Juanfran; Zapater, Luccin (Gabi, m. 46), Aimar, Matuzalem (Herrero, m. 53); Oliveira y D. Milito (Sergio García, m. 58). No utilizados: L. Vallejo; Paredes, Celades y D'Alessandro.
Goles: 1-0. M. 5. Messi, tras una pared con Henry. 1-1. M. 10. Zapater, a pase de Aimar. 2-1. M. 11. Messi aprovecha un balón suelto. 3-1. M. 22. Pase de Messi a Deco que asiste a Iniesta. 4-1. M. 45. Márquez, de cabeza.
Árbitro: Velasco Carballo. Amonestó a Touré, Márquez, Diogo, Herrero y Gabi.
Unos 75.000 espectadores en el Camp Nou.
Los de Rijkaard juegan a dos marchas diferentes en función de si actúa o no Ronaldinho
Cuando se asocian Deco, Iniesta y Messi, el Barcelona juega un fútbol de claqué, imposible para el contrario, sobre todo si se para en un rombo en medio campo y defiende con la vista. El punto de forma del argentino le ha convertido en un jugador universal. Messi se siente más protagonista que nunca, tenga que ver o no con la ausencia de Ronaldinho, y su confianza es tan ilimitada que cuenta cinco goles en los tres últimos partidos. El que abrió la noche resultó celestial por bello, sereno y exacto. Recibió la pulga de Xavi, eliminó a Juanfran, eludió a Matuzalem y se apoyó en Henry, después de que el cuero superara a Iniesta, y remató de primera, a un toque, de manera suave, junto al palo derecho de César.
A un golazo maradoniano, por la aceleración, la gambeta, el remate y la imposibilidad de que el contrario pueda tirar al futbolista, le siguió un segundo tanto de oportunista, propio de un ariete, dispuesto a remachar el balón que queda suelto tras una penetración de Deco. Messi fue igualmente decisivo en el tercer gol, porque ejerció de trescuartista para Deco, que supo acompañar la jugada para el toque final de Iniesta. Vertical y profundo, igual de veloz con la cabeza que con los pies, Messi se mejora con el tiempo, y sus últimos partidos superan incluso las célebres intervenciones que tuvo hace dos años en campos como Chamartín y Stamford Bridge o el pasado ante el Getafe, momentos en que formaba parte de una coreografía excelsa presidida por un exuberante Ronaldinho. El gaucho anda en baja forma, lesionado, y la grada le aclamaba para que se sume a la fiesta en lugar de desmarcarse, reincidente en el fuera de juego. Henry, al menos, ha entendido de qué va la película, y ayer estuvo tan acertado en los movimientos como impreciso en el remate. Nada nuevo, por otra parte, en el delantero francés. Al partido sólo le faltó precisamente el gol de Henry, protagonista igualmente en el segundo acto, menos intenso y animado que el primero. A una parte de ida y vuelta le siguió otra de control, sin tanto ritmo, aunque igualmente entretenida y menos sangrante para el Zaragoza, que sólo estuvo un par de minutos en la cancha, muy al inicio, cuando Diego Milito remató al palo y después Zapater cruzó a la red un pase de Aimar. No tiene cuajo todavía el equipo de Víctor Fernández. Afrontó de mala manera el encuentro y se venció muy pronto ante un adversario incontenible.
Progresa de manera excelente el Barcelona. Anoche jugaron los mismos que el miércoles y su respuesta fue igualmente agradecida. Ante el Sevilla, el Barça se puso muy serio, y resolvió el encuentro como demandaba el contrario. Muy diferente es el Zaragoza, un rival más desabrochado y, consecuentemente, accesible, de manera que los azulgrana le jugaron con alegría, velocidad, agresividad y calidad. A gusto de Messi, que ha tenido una incidencia decisiva sobre la marcha del equipo. No es que el fútbol de Ronaldinho resultara nocivo. Ocurre que el Barcelona juega a dos marchas diferentes en función de si actúa o no el brasileño. Al gaucho le conviene recuperarse para darle un punto más de grandeza a un Barcelona que se ha corregido a tiempo con el juego de salón de Iniesta, el fútbol de calle de Messi y el oficio de Deco. Tres futbolistas de equipo que anoche dibujaron un primer tiempo para recordar, por el momento, y también por las circunstancias, porque el Barça viene de un muy mal año y no hay noticias buenas aún de Ronaldinho.
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