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La huella del sida identifica a los asesinos de dos narcos en Arousa

El hallazgo de un medicamento facilitó las cuatro detenciones

En apenas tres horas los secuestraron, les dispararon en la cabeza y prendieron fuego a sus cuerpos tras rociarlos de gasolina en un molino abandonado de Cambados. Cuatro meses después, la Policía Judicial ya tenía las pruebas para detener a los cuatro presuntos asesinos de Ricardo Feijoo Vázquez y su primo Ángel Feijoo Abal. El hallazgo de una ampolla de un medicamento paliativo contra el sida fue la pista determinante.

El blíster con restos de antiestamínico y corticoide resultó compatible con la enfermedad de VIH que padece uno de los principales implicados, según los análisis de la Policía Científica, y una prueba determinante para situarle en el lugar donde se perpetraron los crímenes la noche del 2 de diciembre de 2005. Junto a esta pista, los investigadores hallaron otra tan llamativa como el método de quemar las pruebas que los asesinos dejaron en tres escenarios diferentes, así como la del coche de alquiler que utilizaron para secuestrar a sus víctimas y la relación de llamadas entre los móviles que facilitaron las compañías operadoras.

Aunque los investigadores no pudieron determinar el motivo, todos los indicios apuntan a que fue por una deuda por cocaína. El nexo de estas hipótesis se sitúa en el incendio de una nave de Catoira, el día anterior a producirse el hallazgo de los cadáveres, donde fue localizada una planeadora de seis motores. El galpón lo utilizaba en régimen de alquiler una de las víctimas, Ricardo Feijoo Vázquez, de 30 años, vecino de Ribadumia.

Al día siguiente, sobre las cinco de la tarde, comenzó el preámbulo del siniestro plan urdido por el empresario vasco, José Manuel González Lacunza, según las investigaciones judiciales. Acompañado por Yohan Piedagnel y Patrice Louis Marie Pierre Muñoz, ambos de nacionalidad francesa, y los brasileños Wesley Teodoro dos Santos y de Alexandre Caravalho De Sousa, se dirigieron a los domicilios de las víctimas. En la casa de Ricardo Feijoo, en Barrantes, se encontraba su mujer y un hijo de corta edad. De allí, según la investigación, se llevaron una importante suma de dinero. Después fueron a por su primo, Ángel Feijoo, de 27 años, que vivía en casa de sus padres en Cambados.

Después de secuestrarlos, se dirigieron en dos coches a un molino abandonado en una zona limítrofe entre Meaño y Cambados, donde los amordazaron. Después de recibir sendos disparos en la cabeza, los rociaron de gasolina y les prendieron fuego. Un paisano descubrió el macabro escenario al día siguiente.

La Sección Cuarta de la Audiencia de Pontevedra será la encargada de juzgar a los cuatro detenidos, que se encuentran en prisión, mientras la Guardia Civil no ha podido dar con el paradero de dos implicados de nacionalidad brasileña, que se encuentran en busca y captura. También está reclamado por la Justicia Javier González Rodríguez, de Cambados, que supuestamente presenció los asesinatos. En más de 14.000 folios de sumario se ha reconstruido uno de los más brutales ajustes de cuentas entre presuntos traficantes que ahora se encuentra en manos de la Fiscalía.

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