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Crónica:Fútbol | Primera jornada de la Liga de Campeones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cesc abruma al Sevilla

El Arsenal da una exhibición de juego trepidante liderado por el futbolista catalán

El Sevilla saltó al terreno de juego del Emirates aplastado por toneladas de artículos sobre la importancia de este encuentro y de esta competición, miles de voces que han celebrado y debatido sobre lo mismo durante semanas, la ansiedad de su entrenador por demostrar cosas en el sitio en el que más le gusta que le alaben sus cosas y, por supuesto, por el propio estadio, un escenario como de cuento de hadas con botas de tacos al que los sevillistas entraron como si lo hicieran de prestado, como si no pertenecieran a lo que allí se dirimía. Además, se encontraron a un equipo veloz, dinámico, joven, ambicioso y con un líder, el catalán Cesc, que ayer dio una deliciosa lección de fútbol. El planteamiento inicial de Juande Ramos dio la impresión de apuesta de riesgo. Dos extremos y dos delanteros daban al Sevilla un aire arrojado. Sólo en apariencia.

ARSENAL 3 - SEVILLA 0

Arsenal: Almunia; Sagna, Touré, Senderos, Clichy; Hleb, Cesc, Flamini, Rosicky (Diaby, m. 50); Van Persie (Song, m. 88) y Adebayor (Eduardo, m. 83). No utilizados: Fabianski; Denilson, Gilberto y Walcott.

Sevilla: Palop; Alves, Fazio, Escudé, Dragutinovic; Navas, Martí (Keita, m. 66), Poulsen, Capel (Renato, m. 66); Luis Fabiano (Kerzhakov, m. 46) y Kanouté. No utilizados: De Sanctis; Boulahrouz, Maresca y Duda.

Goles: 1-0. M. 27. Cesc chuta fuerte desde fuera del área, el balón golpea en Escudé y se desvía lejos del alcance de Palop. 2-0. M. 59. Van Persie resuelve en el área pequeña. 3-0. M. 90. Eduardo, con la izquierda, a pase de Cesc.

Árbitro: Peter Frojdfeldt (Suecia). Amonestó a Adebayor, Alves y Keita.

60.000 espectadores en el Emirates Stadium.

Las célebres bandas sevillistas no fueron más que fuego de artificio y algún que otro petardazo
El planteamiento del Sevilla escondía su buena dosis de temor. De temor a Cesc, por supuesto
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Lo cierto es que el planteamiento escondía su buena dosis de temor. De temor a Cesc, por supuesto. Gran parte del juego del conjunto londinense depende del mediocampista español. A Cesc le buscan sus defensas cuando le quitan la pelota al contrincante para que la convierta en un objeto amenazante llevándola a territorio contrario. Los atacantes no dejan de mirarle para buscar ideas y apoyo en sus pies. Cesc busca a todos, los mira a todos, los atiende a todos. Y también al gol.

A los cuatro minutos de partido, Cesc ya había colgado un balón al área, al que la cabeza de Adebayor estuvo a punto de convertir en el primer gol en contra de los sevillistas. Escoltado por Flamini, el ex jugador azulgrana se convirtió junto a Van Persie en el protagonista de un juego fluido, elástico, inasible para los sevillistas. Con Capel y Navas escorados a las bandas y Kanouté y Luis Fabiano (sobre todo éste) perdidos en la parte más adelantada, a Poulsen y Martí les quedaba un verdadero océano de césped que cubrir y un mundo de fútbol por interpretar. Ambos centrocampistas se vieron en la obligación de intentar parar el magnífico trabajo de sus contrapartes del Arsenal, recuperar la pelota y procurar que llegara lo más cerca posible de la zona en la que los suyos pudieran marcar un gol. O intentarlo. Los atributos de estos dos jugadores llegan a su particular excelencia en lo que respecta a la entrega y el pundonor. En la brega dan lo mejor de sí. Les falta pase. Al menos, en un partido de la Liga de Campeones. La mayor parte de sus acciones de ataque fueron previsibles golpes largos, y bombeados en busca de la cabeza de Kanouté o el pecho de Luis Fabiano.

El respeto por el juego de Cesc llevó a la pérdida del filo sevillista. Además, no consiguieron mitigar en lo más mínimo el daño del catalán. Cesc marcó el primer gol, le puso el segundo a Van Persie poniéndole el saque de córner en el pie para que rematara a placer y le regaló el tercero a Eduardo trazando un fantástico triángulo con él y Hleb.

Las célebres bandas sevillistas no fueron ayer más que fuego de artificio y algún que otro petardazo. A Capel le sobró caerse al fútbol como si le impactara un tiro de fusil cada vez que alguien le rozaba y le faltó criterio atacando. Navas y, sobre todo, Alves, completaron uno de los encuentros más flojos que se les recuerda. El interior cada vez encara con menos frecuencia y con menos fe y el lateral, ayer, no le dobló casi nunca ni arrancó en diagonal alguna. En la defensa, y casi en todo el resto del equipo, tan sólo pareció estar a la altura Dragutinovic un jugador que ha crecido de una manera colosal desde que llegó al Sevilla procedente del Standard de Lieja. Ayer, junto a Poulsen fueron los únicos que aportaron fuerza competitiva a un conjunto impresionado y lento. Algo que es todo lo contrario a lo que este equipo es.

La entrada de Kerzhakov, Renato y Keita en la segunda parte lograron activar algo más la conjunto sevillista, pero la dinámica que había cogido el Arsenal era ya imparable. Martí chutó al aire cuando le llegaba la pelota desde la banda derecha, Kanouté chutó fuera por poco ya en el minuto 82 y Alves también tuvo su media oportunidad. Pero ayer el Sevilla se vio superado. Por las circunstancias en parte, pero sobre todo por un equipo poderoso, creativo y rápido como es el Arsenal, un equipo al que el Sevilla se quiere parecer pero al que ayer apenas se acercó.

Cesc celebra su gol, el primero del Arsenal.
Cesc celebra su gol, el primero del Arsenal.AFP

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