Reposando
Lo que son las cosas. Hoy he recorrido más de 200 kilómetros con mi bicicleta, y bastante rápido, además. Y ahora mismo, cuando hará poco más de una hora desde que crucé la meta y me pongo a escribir estas líneas, empiezo a pensar en lo que ha pasado y mi cabeza me dice que no, que basta ya de bicicletas, etapas y clasificaciones. Que mañana toca día de descanso, y que el descanso ha empezado ya. Pero ya, ya.
Es lo que le suelo decir yo a mi compañero de habitación, un chaval joven al que le sobra ilusión en la misma medida que le falta experiencia. El otro día, después de una dura etapa en la que nos tocó trabajar bastante, estaba él a media tarde tumbado en la cama y me empezó a preguntar por la etapa que se disputaba el día siguiente. ¿Conoces el recorrido?, ¿es dura la etapa?, ¿crees que nos va a tocar tirar tanto como hoy?,... y otro tipo de cuestiones de parecido género. Y yo le dije que se olvidase por completo del día siguiente, que disfrutase de la tarde, del masaje, de la cena, del vino, de la tertulia tras el postre y de las horas de sueño que aún le quedaban por delante hasta que comenzáramos a rodar de nuevo. Para preocuparte por lo que pasará mañana, ya tendrás tiempo. Mañana mismo, sin ir más lejos.
Y es que lo de evadirse de la carrera es un ejercicio mental casi obligatorio para aguantar durante tres semanas seguidas de esfuerzo diario. Termina la etapa, te relajas y dices hasta mañana. Aunque sabes que ese 'mañana' siempre llega antes de lo que en verdad te esperas, pues parece mentira que un día tenga sólo 24 horas viendo lo rápido que pueden llegar a pasar. A mí, curiosamente, escribir estas columnas me ayuda a evadirme durante un tiempo, aunque pueda parecer lo contrario porque no deja de ser darle vueltas a lo que ha pasado durante el día en la carrera. Pero estar aquí aporreando el teclado relaja, lo aseguro.
Y otra cosa es que en tantos días de una carrera de tres semanas siempre hay el típico día en el que duermes mal, o en el que la cena no te sienta bien del todo, o simplemente el día en el que te levantas con el pie izquierdo y no te sale nada derecho. Pero la carrera continúa, contigo o sin ti, así que también esos días tienes que estar ahí para dar el callo, pase lo que pase. Por eso llegar a la jornada de reposo apetece tanto, porque ese día nada importa, ese día se descansa (esto es un eufemismo que quiere decir un paseo en bici de al menos un par de horas), tanto física como también psicológicamente.
Así que ya aviso a mis lectores (gracias a todos los que os habéis acercado a saludarme estos días) de que mañana no se me espere por aquí. Hoy he hecho un esfuerzo, pero mañana no, mañana será un auténtico día de descanso.
P.D.: Enhorabuena a Samuel y a su equipo. La tierra, para el que la trabaja.
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