_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ministro, si dejo de respirar ¿qué me pasa?

Después de ver el nuevo anuncio del Ministerio de Sanidad y Consumo "para la prevención de la morbimortalidad infantil" ya tengo claro a qué "población diana" (por decirlo a su manera) va dirigido: a todos los padres zopencos de la Tierra. En él, una voz infantil advierte: "No me dejes nunca solo en la bañera, ni en lugares con agua". Y, mientras tanto, vemos las imágenes de un bebé en la bañera y a un niño que, con un palo, trata de pescar la pelota de una piscina. "No dejes que meta los dedos en un enchufe", sigue la voz. Y esta vez vemos a otro bebé a punto de meter la manita en el fatídico lugar. "No me dejes al lado de una ventana abierta", susurra a continuación. Y lo que observamos es a un crío trepador encaramándose temerariamente al alfeizar de una ventana. "No dejes a mi alcance sustancias tóxicas o medicamentos", añade. Y observamos a una niñita de graciosos calcetines rosas a punto de proceder a la cata del líquido de una botella (que si no es de lejía es de matarratas). "No dejes que me trague las piezas pequeñas de los juguetes", nos advierte también. Y lo que vemos es un bebé a punto de zamparse una especie de canica. Finalmente, es una voz de adulto quien concluye el mensaje: "Si te descuidas, tu hogar puede ser peligroso para tus hijos. No te descuides. Evita los accidentes. Por lo que más quieras".

El Ministerio de Sanidad tiene mucha fe en la actividad cerebral de los 'padres diana'

Como ven, los del ministerio no tienen mucha fe en la actividad cerebral de los padres diana. Si no, no se entiende que les pidan, entre otras advertencias novedosas, que no dejen que los niños "se traguen las piezas pequeñas de los juguetes". Fíjense que no les suplican que les impidan jugar con las piezas pequeñas de los juguetes para evitar sustos. Les suplican que no dejen que se las traguen. Para el Ministerio de Sanidad, pues, hay padres o cuidadores que no saben que tragar piezas pequeñas de juguetes puede ser mortal. Son padres, supongo, que hace unas horas que acaban de aprender a andar erguidos.

Toda la vida ha habido accidentes infantiles por negligencias de los mayores. Pero parece que ahora, más que nunca, hay padres o cuidadores desprovistos de cualquier sentido común. No digo que no. Porque, sinceramente, ¿se imaginan lo que habrían dicho las generaciones pasadas si llegan a ver un anuncio así? Hasta el más cateto se habría sentido ofendido por un anuncio (pagado por él) con mensajes tan básicos. Y, encima, es el niño el que advierte a los padres.

Cierto. Los enchufes de nuestra niñez, que no estaban protegidos como los de ahora, eran "caca" y acercarse a ellos nos valía un golpe en las manos. No teníamos la lejía guardada bajo llave, pero el armario de la lejía no se tocaba. Cierto. Y debo reconocer que, tal vez, no nos sumergían demasiado frecuentemente en la bañera (hablo por mí), pero era evidente que cuando lo hacían no nos dejaban solos allí dentro como si fuésemos los ingredientes de un caldo. Pero ahora por lo visto, sí. La burrez reina por doquier y los padres necesitan que los niños les expliquen que quien se traga una pieza de juguete puede abandonar para siempre el mundo de los vivos.

Yo, por tanto, iría más lejos. El padre que ignora que dejar al niño solo en la ventana de su quinto piso es peligroso, ignora también el complicado funcionamiento de un pestillo y hasta que aguantar la respiración durante mucho rato es nocivo. Por ello, propongo que, en la próxima campaña, el ministerio les dé más pistas sobre otros peligros que podrían acabar con la vida de su prole. Por ejemplo, en el nuevo anuncio veríamos a un bebé encaramado en el mármol de la cocina cortándose unas lonchitas de jamón. La voz en off diría: "No dejes que sea yo quien use el cuchillo jamonero que nos regaló Justo Molinero". O veríamos a unas niñas jugueteando con una cobra. La voz en off diría: "No me dejes jugar con especies protegidas y/o venenosas". También veríamos a un crío tomándose un chupito de whisky al tiempo que jugueteaba con las llaves del coche. "No dejes que conduzca si he bebido", podría decir esta vez. Y si la cosa no fuese lo suficientemente efectiva, siempre podríamos pasar a algo salvaje de verdad. Por ejemplo, la vocecita podría amenazarnos como sigue: "No dejes que me pase nada malo si no quieres escuchar una vez más la canción Tears in heaven de Eric Clapton". Pero, este último punto, desde luego, no puedo aconsejarlo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

moliner.empar@gmail.com

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_