La muerte temática
HAY TANTA MUERTE en los medios de comunicación que ya no basta con morirse para asegurarse una plaza en letra impresa. Cuanto menos, en primera página. Es tal la cantidad de muerte, que en los últimos años se ha procedido a buscar un orden, y hemos asistido a un curioso proceso de especialización: la muerte temática. La muerte por violencia machista tiene hoy un protagonismo en los medios que no tenía hace años. La muerte por accidentes de tráfico se ha consolidado con una rutina que ya es incluso peligrosa, porque, como todas las rutinas, tiene un efecto sedante. Qué decir de la muerte en guerra: con el paso de los años, atentados en Irak sólo interesan si pasan de 50 muertos. Con menos de 50, ya no es un hecho noticioso. Atentado en Bagdad. ¿Cuántos muertos? 22. Nada. En todo caso, puede tener éxito esa noticia si hay niños de por medio. Siempre que haya imágenes; si no, nada. El caso de ETA es peculiar: tiene protagonismo incluso sin muerte. Ha logrado meterse en la agenda con algo que podríamos llamar la pre-muerte. Hay otros casos, en cambio, en el que el muerto tropieza con una dificultad enorme para conseguir una pizca de fama: hace unos días ha obtenido protagonismo un ciudadano de origen rumano que en Castellón se ha prendido fuego. En este caso, si finalmente muere, tendrá menos protagonismo que en el momento de querer matarse.
Llevamos en este año casi 900 muertos en accidente laboral, y eso lo hemos aceptado como parte de una rutina
En este capítulo de la muerte temática, también está la muerte sorda. Se muere uno de viejo y sólo tiene interés si ha sido en verano, coincidiendo con golpe de calor y si se puede culpar a las autoridades. Peor aún que morirse de viejo es morir en accidente laboral. Llevamos en este año casi 900 muertos en accidente laboral, a una media de tres diarios, y eso lo hemos aceptado como parte de una rutina. Si los muertos en accidente laboral en España pertenecieran a cualquiera de las otras categorías de muerte temática, muerte machista o muerte terrorista, estaríamos hablando de un escándalo monumental. Tres muertos diarios. ¿Quién aguantaría tres muertes diarias por violencia machista? Ya no hablamos de si se tratara de violencia terrorista. La muerte laboral es como de toda la vida. Muerte sin glamour. En otro terreno habría leyes, polémicas, debates, críticas, y hasta Rajoy diría: "Es inadmisible". Con tantas cosas que considera inadmisibles, ¿qué le costaría encontrar una más?
Hace unos años acabó la costumbre de considerar la violencia machista como resultado de un exceso pasional. Crimen pasional. Ya nadie habla de crimen pasional. Probablemente, dentro de unos años ya nadie sentirá indiferencia ante los muertos en accidente laboral. No aparecerán en un breve en las páginas de sociedad: "Seis personas murieron ayer en accidentes laborales". Pasarán a primera página: jornada trágica, declaraciones del ministro, manifestaciones en la calle. Puede que no sirva de nada. Sucede ya todo eso con la muerte de las mujeres, y las cifras siguen siendo aterradoras. Este año más que el anterior. Pero para que dentro de unos años nos escandalicemos con naturalidad, en algún momento habrá que empezar a escandalizarse, de manera que he pensado escribirlo en un espacio destinado al humor, y en un tono medio jocoso. A ver si vamos escandalizándonos.
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