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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

F-1, todos contentos

Una trama de venganzas, celos y topos ha destapado de nuevo lo que anida en los subterráneos del multimillonario negocio de la fórmula 1. McLaren-Mercedes, una escudería fundada por un neozelandés, con mayoría de capital británico y fuertes inversores alemanes y árabes, ha sido multada con 72 millones de euros -sólo una quinta parte de su presupuesto anual, el más alto del campeonato- por haber obtenido información confidencial de Ferrari. Los pilotos, Fernando Alonso, Lewis Hamilton y Pedro Martínez de la Rosa, han sido exonerados, ya que la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) les había garantizado inmunidad si colaboraban.

La sanción no despeja todas las dudas de esta trama propia del mejor Le Carré. Ron Dennis, el patrón de McLaren, sostiene que no se ha probado que su escudería se beneficiara de la información recibida por su ex jefe de diseño Mike Coughlan, a través de Nigel Stepney, un ex proyectista de Ferrari despechado. Dennis, plagiara o no la información -quizá no llegó a tiempo para aplicarla tecnológicamente-, no la destruyó de inmediato, ni informó del chivatazo a la FIA. Tampoco lo hicieron sus pilotos, que no colaboraron hasta que fueron amenazados con perder la licencia. El hecho es que McLaren no ganó una carrera la pasada temporada y ésta suma siete victorias y tres dobletes. El primero en testificar fue Alonso y el último, su gran adversario, Hamilton. Un síntoma más de la división en el equipo, incapaz de defenderse con una estrategia común.

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La sentencia de la FIA tiene tintes salomónicos. De alguna forma, todos ganan. McLaren pierde el mundial de constructores, pero puede copar el de pilotos y rehacer su carrera con Hamilton. Alonso, aunque sus mensajes con De la Rosa no mejoran su imagen, puede sumar su tercer campeonato del mundo y desvincularse de un colectivo en el que nunca se ha sentido privilegiado. Y Ferrari, además de subirse al podio de los constructores y poder justificar su mal curso, ha desteñido la imagen de su gran adversario y puede aspirar a quedarse con Alonso. Sería un matrimonio perfecto. También gana la FIA, que ha logrado concitar el interés de buena parte del planeta. A falta de cuatro apasionantes carreras, el Mundial se garantiza audiencias lunáticas. El circo continúa.

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