Espías de medio pelo
La escasez de técnicos titulados y el limitado radio de actuación de los mecánicos hacen improbable un escándalo como el de la F-1 en MotoGP
En el circuito portugués de Estoril, donde el australiano Casey Stoner puede proclamarse mañana campeón del mundo de MotoGP -debe ganar y que Valentino Rossi no termine entre los cinco primeros- el paddock entero parloteaba ayer sobre la sanción que cayó sobre la escudería McLaren-Mercedes de fórmula 1. En uno de los corrillos, un curioso lanzó una pregunta al aire: "¿El ferrarigate podría darse en MotoGP?".
"No", responde taxativamente Javier Alonso, director general de Dorna Sports, la empresa que gestiona el campeonato. "Nunca nos hemos enfrentado a un caso así y, además, el reglamento de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM) no contempla sanciones sobre espionaje entre marcas", prosigue Alonso. "En caso de que algún día ocurra algo parecido, existe la justicia ordinaria", cierra Yuppie, como así se conoce en el mundillo a este ejecutivo.
"No hay sanciones por este motivo. Para eso está la justicia ordinaria", dice la organización
Al igual que ocurre en la fórmula 1, la mayoría de los equipos de MotoGP fotografían, fisgonean, espían a los rivales y tratan de incorporar en sus motos los avances que funcionan en las de la competencia. Hay multitud de ejemplos. "El más claro es el carenado que incorpora la moto de Rossi desde la carrera de Brno (19 de agosto), que es clavado al de Ducati", reconoce Javier Ullate, mecánico del equipo oficial Yamaha. Otro ejemplo: "Ichiro Yoda fue el ingeniero que diseñó la primera Yamaha M1, en 2002. Luego fichó por Kawasaki y creó una moto que era un calco de la Yamaha; incluso el motor sonaba idéntico", recuerda el mecánico catalán. Ullate tiene mucha experiencia en el Mundial. Ha trabajado para equipos Honda, pero ahora está en Yamaha. "En mi contrato hay una cláusula que me impide comentar cualquier aspecto técnico de la moto con mis familiares y amigos. No le puedo decir a mi mujer a qué régimen de revoluciones gira el motor. Aunque, a decir verdad, tampoco creo que le interese mucho...", sonríe.
Juan Martínez fue jefe de mecánicos de Sete Gibernau, y con él pasó de Honda a Ducati. "Es un terreno pantanoso. Cuando un mecánico cambia de marca, aprovecha lo que ha aprendido en la competencia, aunque eso no es delito. Pero sí lo es llevarse planos o información física y ofrecerla a otro equipo", reflexiona Martínez.
Sin embargo, hay un factor determinante y que hace muy difícil que el caso de espionaje entre McLaren y Ferrari pueda darse en MotoGP. "Aquí, si te pones a contar los ingenieros que hay en los boxes, te quedas solo. Hay muchos mecánicos y técnicos, pero ingenieros muy pocos. Todos son de la fábrica", coinciden los mecánicos. Ullate va un poco más allá: "Desde que se introdujeron los motores de cuatro tiempos (2001), los mecánicos tenemos nuestro radio de actuación muy limitado. Yo, de hecho, no sé ni cómo es el motor de la Yamaha por dentro. Los motores van y vienen cerrados desde Japón". Además, las marcas se cubren muy bien ante la posibilidad de que se pueda filtrar algún detalle secreto de sus prototipos: "A veces sí que nos enseñan piezas nuevas, pero luego se las llevan".
Con todo, Martínez ofrece otro argumento mucho más subjetivo para diferenciar el Mundial de las cuatro ruedas del de las dos: "El intervencionismo de la organización en el campeonato de MotoGP es mucho menor que el de Bernie Ecclestone en la fórmula 1".
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