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El incierto futuro del PNV

El pacto de moderados y soberanistas deja el PNV en manos de un líder afín a Imaz

La renuncia de Josu Jon Imaz a pugnar por la reelección como presidente del PNV es consecuencia de un acuerdo alcanzado entre los sectores representados en la dirección del partido en sendas reuniones celebradas el lunes de la pasada semana en San Sebastián y confirmada en otra que tuvo lugar el pasado lunes en Bilbao, según fuentes nacionalistas.

Los nacionalistas consensuan una estrategia para que el 'lehendakari' se someta a las directrices del partido
El líder vizcaíno Íñigo Urkullu es la apuesta del sector moderado para cohesionar el partido
Dos reuniones en Bilbao y San Sebastián sellaron el acuerdo sobre la renuncia de los dos líderes enfrentados a la presidencia
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El acuerdo, que saca de la disputa por la presidencia del partido a Josu Jon Imaz y al líder del llamado sector soberanista y presidente de la organización guipuzcoana del partido, Joseba Egibar, se materializó en la propuesta de un candidato único que sería Iñigo Urkullu, hoy presidente de la organización vizcaína del PNV; en la aprobación de una única ponencia sobre estrategia política y en el compromiso de que la actuación política del lehendakari se supeditará a la estrategia de la dirección del partido. Los nacionalistas quieren evitar las disonancias de discursos que ha habido estos meses entre Ibarretxe e Imaz y regresar a la tradición del PNV, en que el partido marca la pauta ideológica. Eguibar e Imaz compitieron por la presidencia del PNV hace cuatro años, en diciembre de 2003, abriéndose una brecha en el interior del partido entre el sector moderado y el soberanista.

Con la retirada de ambos dirigentes de la pugna por la presidencia del PNV y la consecución de un candidato de consenso, Iñigo Urkullu, presidente del PNV de Vizcaya, los nacionalistas vascos tratan de taponar la brecha entre los dos sectores.

Urkullu, identificado con Imaz, al que apoyó en las elecciones internas de 2003, es un hombre que pertenece al aparato del partido, con una amplia trayectoria interna. El perfil más discreto y menos público de Urkullu en relación a Imaz le hace aceptable por el sector soberanista del PNV y supone una garantía de consenso dentro del partido, según aseguran fuentes nacionalistas.

Tras el acuerdo, dirigentes del PNV esperaban ayer el gesto del sector soberanista del partido que debe concretarse en la renuncia de su hombre fuerte, Joseba Egibar, a optar a la presidencia de la ejecutiva.

Está por dilucidar si Egibar la oficializará con un anuncio formal, lo que impediría que las asambleas municipales donde obtendría sus apoyos le propongan, proceso que se abre el 5 de octubre. Si no lo anuncia en los próximos días, la primera vuelta del proceso arrancaría con los dos bandos buscando apoyos, lo que permitía a Egibar contabilizar y exhibir su respaldo para retirarse antes de la segunda vuelta. Si opta por la segunda opción, no será hasta la última semana de octubre o la primera de noviembre cuando se conozca su decisión.

Además de la presidencia, sobre la que se pronunciará la asamblea general el 2 de diciembre, los dos sectores del PNV deben consensuar los ocho miembros de la ejecutiva que se elegirán en una posterior asamblea nacional. Egibar obtuvo en 2004 dos puestos frente a seis de la candidatura de Imaz y previsiblemente conservará esa presencia.

Silencio total

La ejecutiva del PNV siguió ayer sin pronunciarse sobre el anuncio de abandono de su presidente y la misma actitud mantuvo el lehendakari, Juan José Ibarretxe.

La operación en su conjunto, de la que no se quiere hablar en términos de pacto sino de "lectura compartida", persigue un objetivo principal: dotar al partido de mayor cohesión interna con la vista puesta en las dos siguientes citas electorales: las generales en marzo y las autonómicas un año después. Abierta queda la incógnita de si Ibarretxe repetirá como candidato a lehendakari.

En los segundos niveles del partido, la confusión lleva a interpretaciones de los hechos totalmente contrapuestas: mientras unas fuentes sostienen la existencia de un pacto entre Urkullu e Imaz, con una operación de más alcance a medio plazo, una vez neutralizado Egibar y recuperadas las riendas del partido en su conjunto, otras dan por perdido el intento de modernización y actualización emprendido por Imaz y ven al PNV inmerso en un único objetivo: conservar sus posiciones de poder, que considera en riesgo en esa sostenida tendencia a la baja que observa en todas las convocatorias electorales, con la salvedad del pico de los 600.000 votos de Ibarretxe en 2001.

El presidente del PNV, Josu Jon Imaz, en una rueda de prensa.
El presidente del PNV, Josu Jon Imaz, en una rueda de prensa.SANTOS CIRILO

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