Cinco preguntas
¿Cómo llega España al día D?
El equipo español ha cumplido sus objetivos principales y no se vislumbra, salvo Lituania, una opción más segura por la que apostar. Ahora bien, el juego desplegado plantea algún que otro interrogante. Las puestas en escena no han sido especialmente afortunadas y en algunos partidos ha costado demasiado coger temperatura. Salvo Pau Gasol, ningún otro jugador ha logrado continuidad en su rendimiento. Unos, por lesión; otros, por simple irregularidad o como consecuencia de las diferentes rotaciones. Afortunadamente, y salvo el día de Croacia, lo que no aportaban unos lo hacían los otros. Uno de los grandes secretos de este colectivo.
¿Es un equipo imprevisible como quería Pepu?
A medias. La mayor novedad ha sido los muchos minutos que España ha dispuesto defensas zonales. El resultado no ha sido el apetecido. Su efectividad ha sido limitada y ni siquiera ha servido para un claro dominio en el rebote. Las rotaciones han sido las habituales y en el ataque el escalafón está muy claro: Pau, Navarro si está, Calderón y Rudy. Todos les conocen de sobra. Saben cómo y cuándo hacen las cosas, pero encontrar el antídoto es otra cosa.
¿Cómo está Garbajosa?
Jorge atraviesa la fase más complicada de su recuperación. Pasada la euforia de meterse en el equipo en el último minuto, ahora lucha por ponerse a tono en muy pocos días. Hay cosas que nunca cambian, como su tranquilidad, su capacidad para sacar faltas de ataque o meter un par de triples seguidos. Pero no es Supermán y se le nota la inactividad. Aun así, su concurso es tan obligado como necesario.
¿Qué pasa con Sergio Rodríguez?
Hasta el momento, es el único jugador que no ha dicho "aquí estoy yo". No parece sobrado de confianza. Cada vez le queda menos tiempo y a partir de ahora ya no quedan minutos de prueba. Su titularidad desaprovechada ante Israel ha sido un nuevo traspié personal. En otro caso, se podría augurar una más que probable decepción individual. Pero estamos hablando de un jugador diferente. En el juego y en su mentalidad. Baste recordar el Mundial y su partido frente a Argentina en las semifinales, que lo justificó todo. Pero parece más ofuscado que nunca.
¿En qué quedó lo de Croacia?
En un despertador de conciencias. Las del equipo y también las del entorno. Rebajó la euforia y cohesionó a la plantilla, algo acomodada ante las facilidades que encontraba a su paso y los infinitos parabienes que recibía. Frente a Grecia y Rusia estuvo más centrada, aunque volvió a pecar ante Israel de un comienzo errático. Cierto que al final termina por coger la onda, pero estas situaciones provocan una inconveniente exaltación del ánimo del rival.
Y la del millón: ¿Será España campeona?
Con Navarro jugando, sí al 85%. Que ya está bien.
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