Mentiras arriesgadas
Un juez imputa por denuncia falsa a una joven que se inventó que la habían violado para ocultar a sus padres un embarazo de tres meses
La mentira fue creciendo y creciendo hasta que la joven, cercada por la policía, no tuvo más remedio que contar la verdad. Y todo porque no sabía cómo explicar a sus padres que hubiese dormido toda la noche fuera de casa. De 18 años y origen ecuatoriano, la chica se presentó por la mañana en una comisaría de Madrid -se acercaba la navidad de 2006- y contó una historia espeluznante. "Un hombre de 22 años y 1,55 cm de altura y pelo negro muy corto con pantalón vaquero y chaqueta de deporte la había violado". Tras bailar con él en una discoteca, dijo que el hombre le echó algo en la bebida y la llevó a una casa en la que despertó al día siguiente sola, desnuda y con un golpe en la cara. No se acordaba de nada más. Ni si quiera recordaba la ubicación de la vivienda. Fue cuando sugirió a los agentes que su amnesia, dado que sólo había tomado una Coca Cola en la discoteca, podía deberse a que le hubieran echado alguna droga sin darse ella cuenta. "Porque empecé a sentirme mareada de pronto", comentó.
Su testimonio puso en marcha toda la maquinaria policial y judicial. Lo primero que hizo la policía fue llevarla al hospital La Paz para un reconocimiento y extracción de posibles muestras de ADN del violador. Ese mismo día la examinó el forense del juzgado número 18 de Madrid. Pero al forense comenzaron a no cuadrarle algunas cosas. En la comisaría había dicho que al llegar a su casa contó lo sucedido a su hermana y que lavó toda su ropa interior, lo que nunca debe hacerse en agresiones de este tipo. Al forense, en cambio, le contó que "quizás no fue a su hermana, sino a su cuñada" a quien había confiado la agresión sufrida. Los primeros análisis empezaron a poner en tela de juicio su versión. Porque había claros rastros de alcohol y de sustancias tóxicas en su sangre. El forense llamó a un ginecólogo y pronto descubrió otro dato fundamental:
-¿Cuándo tuviste la última regla? -le preguntaron.
-Hace unos días acabé la menstruación...
-Pues eso no es posible. Estás embarazada de tres meses...
La joven no se vino abajo en ese momento. "Es verdad, la regla no me viene desde hace tres meses. Pero no digan nada a mis padres, que ellos no saben nada".
Tras el examen, se marchó a casa. El forense certificó al juez que no advirtió ninguna evidencia de violación en la joven, aunque había que esperar a los resultados de las otras analíticas y a la investigación policial. Era cierto el golpe en su rostro, pero éste "era compatible" con una caída al suelo sin apoyar las manos.
Los acontecimientos se precipitaron en los días posteriores. La policía volvió a interrogarla. Alguno de los delincuentes sexuales fichados respondía a las características señaladas por la chica, pero había dudas y la policía optó por la prudencia. Días después volvió a ser citada en la comisaría. La joven se derrumbó entonces. "No he dicho la verdad", confesó. Lo cierto, contó entonces, es que había estado con su novio en una discoteca y que éste le había confesado que en su país tenía una esposa. Eso la enfadó. Y sí tomó varias copas esa noche. Su novio la vio mal y la llevó a un hostal que ella misma había alquilado esa tarde para estar con él. "El golpe es porque bebí y me caí en las escaleras de la discoteca. Mi novio tenía que sujetarme para que no me cayera".
El juez ha decidido abrir un procedimiento penal contra ella por denuncia falsa.
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