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Reportaje:

Y el ganador es...

Los pactos poselectorales han permitido a los socialistas ganar poder territorial, aunque los populares obtuvieron más votos el 27-M

La noche del 27 de mayo, en Ferraz y Génova, sedes del PSOE y del PP, brindaron con champán. La cúpula de cada partido salió a los balcones y radió un optimista mensaje: "Nosotros somos los auténticos ganadores de estas elecciones". Después, se enredaron en un debate bizantino para dilucidar si el triunfador era quien más votos había logrado en las municipales (el PP con 7.915.014, contra los 7.758.783 socialistas) o el que reunía más concejales (el PSOE con 24.029, 680 más que el PP).

A la mañana siguiente, en la bruma de burbujas y porcentajes, empezó la ronda de negociaciones para materializar las papeletas en poder real. El 27-M, los ciudadanos eligieron directamente sólo a concejales y diputados autonómicos (en el País Vasco también determinaron la composición de las diputaciones forales). Diputaciones provinciales, gobiernos autonómicos y alcaldías son el resultado en muchos casos de pactos. Hasta tres meses después de las elecciones, una vez despejada la incógnita navarra, donde UPN ha retenido el gobierno, no se ha podido cerrar el mapa del reparto de poder.

El PSOE gana una comunidad autónoma, tres diputaciones y ocho capitales de provincia

Y éste dibuja una ventaja neta, aunque no tan abultada como se anticipó en los primeros momentos, a favor de los socialistas y en perjuicio de los populares.

En el apartado autonómico, los cambios han sido mínimos. Baleares es la única comunidad donde el gobierno ha cambiado de partido. Mayor ha sido el retroceso del PP en el plano municipal. El PSOE gobierna en 65 -una más que en 2003- de las 135 ciudades de más de 50.000 habitantes, mientras que el PP lo hace en 53, por lo que pierde una.

Mayor ha sido el vuelco en las capitales de provincia, donde el PSOE ha adelantado al PP. Los socialistas gobiernan 23 capitales, por 22 del PP, que además mantiene Ceuta y Melilla (ciudades autónomas, no capitales de provincia). Los socialistas han ganado ocho capitales respecto a 2003, las mismas que pierde el PP. Entonces, los populares obtuvieron 30 alcaldías de capitales por 15 del PSOE. El retroceso del PP desde 1995, cuando obtuvo la hegemonía en el ámbito municipal, ha sido lento pero continuo.

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Parte del avance socialista se explica por su facilidad para pactar con fuerzas minoritarias, enemistadas con el PP. Además de IU, los nacionalistas del Bloque Nacionalista Galego (BNG), Esquerra Republicana (ERC) o el Partido Aragonés (Par) han contribuido significativamente al aumento de poder del PSOE, que gobierna en ciudades como Sevilla, Palma de Mallorca o Toledo pese a obtener menos votos que los populares. Además, el aumento de votos del PP se concentra en demarcaciones que ya dominaba, lo que ha supuesto que no tenga una traducción proporcional en mayores cotas de poder. Madrid es el ejemplo más claro.

En las diputaciones, la hegemonía socialista es mayor: 21 gobiernos por 14 del PP (en 2003, la diferencia era 18 a 17). El PSOE consigue 474 diputados provinciales y el PP 429. Los populares han perdido en favor del PSOE las diputaciones de Almería y Lugo, además de la de Álava, que pasa al PNV. Los socialistas se apuntan Teruel, gracias a un acuerdo con el Par que deja a los regionalistas con la alcaldía de la capital.

En los cabildos y consejos insulares, el progreso socialista acompaña al cambio de gobierno autonómico en Baleares con apoyo de una amplia coalición, y frustrado en Canarias por el pacto entre los populares y los nacionalistas. El PP cede a los socialistas el Cabildo de Gran Canaria y el Consejo Insular de Ibiza. Éstos, además, arrebatan Lanzarote a Coalición Canaria y Mallorca a Unió Mallorquina, lo que le permite controlar toda Baleares, excepto el nuevo cabildo de Formentera, donde gobierna Gent per Formentera.

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