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EL CÓRNER INGLÉS | Fútbol
Columna
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La F-1, a la caza del fútbol inglés

¿Qué hacen Bernie Ecclestone y Flavio Briatore, los dos capos del mundo de la fórmula uno, y su amigo Alejandro Agag, yerno de José María Aznar, metiéndose en el negocio del fútbol a través de la compra de un club de la Segunda División inglesa?

Será en parte porque comprar clubes ingleses está de moda entre los riquillos, que, además, los consideran una buena inversión. Según la prensa británica, multimillonarios de varios países están en este momento haciendo cola para hacerse con el Arsenal, por ejemplo.

Pero... ¿el Queen's Park Rangers? ¿Por qué Ecclestone y Briatore, que tienen todo el dinero del mundo y cuyo hábitat natural es el del glamour inigualable de la fórmula 1, se han propuesto hacerse con un club tan pequeño?

Marsh fue para el Queen's Park Rangers lo que Di Stéfano para el Madrid. Una especie de Garrincha
Briatore no se equivoca. La marca QPR evoca asociaciones más sexys que otros clubes
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Lo anunciaron esta semana. "Bernie y yo estamos encantados de que la junta directiva del QPR haya recomendado aceptar nuestra oferta", declaró Briatore, tras poner por escrito su deseo de nombrar al español Agag, que ha hecho mucho dinero gracias a sus contactos en el mundo del automovilismo, miembro de la nueva junta directiva del club.

A primera vista, no parece ser la inversión más atractiva de las muchas que debe de tener a su alcance gente de tantísimo dinero (la fortuna personal de Ecclestone se estima en 3.000 millones de euros). El QPR es casi desconocido fuera de Inglaterra y hace once años que no milita en la Premier League. Actualmente, tras perder tres partidos en casa seguidos, ocupa el puesto 22º de 24 en Segunda.

Briatore afirmó esta semana, de todos modos, que dentro de cuatro años el QPR volverá a Primera, que "la historia" del club lo exige. Sin embargo, si nos remitimos a los hechos, el QPR nunca ha ganado el campeonato inglés y tampoco ha ganado la FA Cup; tan sólo ha participado en dos ocasiones en una competición europea y lo ha hecho sin pena ni gloria.

Pero Briatore no se equivoca del todo. La marca QPR evoca en el público inglés asociaciones más sexys que otros clubes londinenses con trayectorias similares como el Leyton Orient, el Crystal Palace o el Watford, que en su día perteneció a Elton John. El motivo es muy sencillo. Es el mismo por el que todos los clubes se hacen un sitio en el imaginario colectivo: los grandes jugadores que han dejado huella en ellos.

La figura clave, el que hizo para el QPR (salvando las diferencias) lo que Di Stéfano para el Madrid, fue Rodney Marsh, delantero de los años sesenta y setenta. Marsh rebosaba talento, fantasía y picardía. Era una especie de Garrincha inglés. El tipo de personaje que se regateaba medio equipo rival, llegaba a la línea de gol y esperaba a que reapareciera el portero para regatearle una vez más y marcar. Marsh fue el más genial de una generación de jugadores ingleses maravillosamente habilidosos que florecieron por esa época (Peter Osgood, Alan Hudson, Tony Currie) y que nunca tuvieron el papel que merecieron en su selección debido, en parte, a la falta de imaginación de los seleccionadores y, también en parte, a sus tendencias bebedoras y mujeriegas.

Stan Bowles, el heredero de Marsh en el QPR, también fue el jugador inglés con la técnica más exquisita de su época, pero su ludopatía crónica lo condenó a no explotar su enorme potencial. Terry Venables, que jugó con ambos una década antes de aparecer en el Barcelona como entrenador, contribuyó a consolidar la imagen del QPR como un club en el que se juega un fútbol técnico, atrevido y simpático que roza deliciosamente la irresponsabilidad.

La imagen no corresponde con la realidad de los últimos años, del mismo modo que durante los años setenta y ochenta el fútbol que jugaba el Madrid no correspondía con el que jugaba cuando ganó cinco Copas de Europa seguidas. Pero las imágenes en el fútbol perduran, y ése es el valor con el que Ecclestone, Briatore y Agag se han asociado y el que, agregándole mucho dinero, podría servir como base para que el QPR se convirtiera por fin, un día de estos, en equipo ganador.

Briatore, a la izquierda, y Ecclestone.
Briatore, a la izquierda, y Ecclestone.AFP

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