Leonor arrastra su cartera hasta el cole
"No ha llorado ningún día", cuenta el Príncipe. "Yo lo he pasado fatal", añade doña Letizia
Una niña arrastra su cartera recién estrenada acompañada por sus padres que la miran emocionados y algo temerosos de que se ponga a hacer pucheros. Pero no. Todo transcurre sin lloros. Es una escena normal estos días para miles de familias, entre ellas la que conforman los príncipes de Asturias. Lo que la diferencia es que la nueva colegiala es la infanta Leonor, la heredera del heredero. Por eso ayer, a las puertas de su guardería, había decenas de cámaras.
La Casa del Rey convocó a los medios a las ocho de la mañana el tercer día en que Leonor iba a clase. Lo hizo así para que la pequeña tuviera dos días para aclimatarse a su nueva vida y poder preservar también la intimidad de los 40 pequeños que como ella acuden a la escuela infantil de la Guardia Real, en el cuartel del Rey en El Pardo.
A Leonor le gustan las cámaras, no hay duda. Ayer aunque iba algo dormida por la temprana hora y porque se enfrentaba a otra jornada fuera de palacio con sus nuevos compañeros, no se asustó cuando vio a tantos reporteros haciendo fotos. Miró con curiosidad a todos e incluso se paró. Sólo distrajo su atención a la prensa cuando su carrito cartera se le quedó atascado en el camino. Sus padres miraban la escena sonrientes. Ya en la puerta del centro los tres posaron otra vez; ella, con su uniforme en el que lleva bordado su nombre. El Príncipe abrió la puerta para que Leonor entrara a clase y ella lo hizo sin rechistar. Eso sí antes se volvió de nuevo a las cámaras con curiosidad. Su padre la besó y su madre la abrazó. Los Príncipes, una vez que dejaron a la pequeña con sus compañeros, contaron cómo están siendo las primeras jornadas de formación escolar de la infanta.
"Ya repite en casa las palabras nuevas que le están enseñando", explicó el Príncipe. "No ha llorado ningún día", añadió con un gesto que denotaba cierta sorpresa. A su lado, doña Letizia confesó: "Yo lo paso fatal, como todas las madres, sobre todo el primer día. Me dio una pena dejarla...".
Leonor entra a clase a las ocho de la mañana y sale a las tres. Come con sus compañeros en el comedor y duerme una pequeña siesta; también aprende algunas palabras en inglés. Su aula es la de los mayores porque la guardería admite niños de entre tres meses y tres años -ella cumplirá dos el 31 de octubre-. Se trata de un centro público, subvencionado por el Ministerio de la Defensa y la Comunidad de Madrid. En él, Leonor pasará un año.
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