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Reportaje:Atletismo | Concluyen los Campeonatos del Mundo

Gay, Wariner y Felix lideran la revolución

Los tres atletas, con ocho oros entre todos, devuelven a Estados Unidos la supremacía tras los escándalos de los últimos años

Carlos Arribas

Los relevos, la prueba colectiva que habitualmente cierra el festival del atletismo, han tenido este año un carácter simbólico, aparte de festivo, y representativo. Las cuatro pruebas, hombres y mujeres, largas y cortas, han tenido por primera vez en la historia de los Campeonatos del Mundo el mismo ganador, el equipo de Estados Unidos, en cuyo seno han evolucionado el sábado y el domingo los tres velocistas que han marcado con su señal la undécima edición: Tyson Gay, el rey de la velocidad, oro en 100, 200 y 4x100; Allyson Felix, la reina más versátil, oro en 200, 4x100 y 4x400, y Jeremy Wariner, el hombre de la vuelta de la pista, oro en 400 y 4x400.

Los tres son muy jóvenes -el mayor, Gay, acaba de cumplir 25 años, 23 tiene Wariner y 22 Felix-, los tres son muy rápidos -se mueven en unas marcas a la que todos los demás tienen vedado el acceso: por debajo de la barreras más duras: de los 9,85s en los 100; de los 19,80s y los 22s en los 200; de los 43,50s en los 400-, los tres han devuelto la ilusión al atletismo, duramente castigado los últimos años por el hundimiento de las figuras, Montgomery, Marion Jones, Gatlin, víctimas del dopaje, del caso Balco, de las sustancias prohibidas, han devuelto la primacía a Estados Unidos, han devuelto las marcas al territorio en el que se movían hace una década.

Felix firma el primer triplete desde que lo consiguiera la alemana Marita Koch en 1983
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Con ellos, otros atletas han contribuido a que la cita de Osaka, el regreso al Japón caluroso y húmedo 16 años después de los mitificados Mundiales de Tokio, de Lewis y Powell, haya sido una de las más encantadoras y alegres. Ha sido también el campeonato de Bernard Lagat, el keniano neonorteamericano y veterano, que, a los 32 años, ya sin El Guerruj dejándole de plata, ha conseguido el mismo doblete que el marroquí en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 -y que el finlandés Paavo Nurmi hace 83-, el 1.500 y el 5.000, comandando, de paso, el reparto entre atletas de origen keniano y etíope de todas las carreras a partir del 800, incluido, en hombres y mujeres, exceptuando el 3.000 obstáculos femenino, ganado por una rusa. Por debajo, salvo un par de excepciones, las vallas de Liu Xiang y Jana Pittman, el 400 de Ohurogu, el 100 de Veronica Campbell, el monopolio ha sido estadounidense.

Como en Atenas 97 y Edmonton 2001, en Osaka 2007 no se ha batido ningún récord mundial, lo que no deja de ser una buena noticia para algunos dirigentes y especialistas, que ven en el frenazo a la progresión de las marcas un síntoma del éxito de los programas antidopaje, que han convertido estos Mundiales en los más controlados de la historia: 1.020 controles a 926 atletas. Uno de ellos, al menos, para alegría de los controladores, resultó positivo, aunque, a falta del contraanálisis, la IAAF no ha comunicado ni su nombre ni la sustancia hallada en su orina. No se trata, según fuentes cercanas, de un atleta que haya conseguido alguna medalla. Tampoco es español.

Aparte de las figuras esperadas, un par de atletas destacaron aportando frescura e instinto salvaje a un atletismo que muchas veces prefiere perder excitación a cambio de seguridad. Uno fue el saltador de altura bahameño Donald Thomas, ganador del oro con 2,35 metros, ante atletas consagrados como el ruso Rybakov y el sueco Holm. Tan extraordinaria ha sido su actuación, su estilo tan personal, que los datos proporcionados por el análisis biomecánico de su último salto, de su talonamiento a ojo, de su estilo de jugador de baloncesto entrando a canasta para dar un mate, han dejado incrédulos a los especialistas: no sólo su velocidad vertical en el momento del despegue -4,74 metros por segundo, 17,06 kilómetros por hora: pocos saltadores superaban hasta ahora los 4,6 m/s-, sino, sobre todo, la altura que alcanzó su centro de gravedad: 2,52 metros, 17 centímetros por encima del listón, lo que habla tanto de un tremendo mal aprovechamiento técnico de sus facultades naturales -normalmente, con estilo Fosbury, basta con elevar el centro de gravedad entre uno y cinco centímetros por encima del listón para superarlo sin derribarlo-, como de unas posibilidades salvajes de futuro, siempre que el perfeccionamiento técnico no mate su instinto natural La otra es la keniana Janeth Jepkosgei, la ganadora de la, según el británico Sebastian Coe, carrera más hermosa de los Mundiales, los 800 femeninos. La keniana tomó la cabeza desde el pistoletazo de salida, condujo al grupo hacia el suicidio -como descubrió Mutola- y permitió que Mayte Martínez, amplia zancada hasta el final, terminara con unos soberbios últimos 100 metros alcanzando la medalla de bronce y logrando su mejor marca personal, 1m 57,62s.

No hubo récords, pero tampoco sensación de fracaso. De todas maneras, hubo grandes marcas, registros que acercan a sus autores a figuras legendarias del pasado. Gay hizo recordar al rey Carl -tres medallas también, 100, 4x100 y longitud, en 1983, y 1987- más que a Mo Greene -mismo triplete en Sevilla 99-, y eso tanto por la calidad de sus marcas -9,86s, en el 100; 19,75s, en el 200- como por el margen de progresión que se le adivina: es, desde Lewis, el primer aspirante serio al récord mundial en ambas distancias, como demostró magníficamente en el relevo corto con una posta en la curva lanzada realizada en 9,05s. El gran derrotado de Osaka, Asafa Powell, quien quemó todas sus energías, víctima de la ansiedad y el pavor, en los primeros 50 metros de la final de 100 y terminó frenando, muerto, en los últimos 30, también demostró, sin embargo, que está físicamente en condiciones de batir su récord de 9,77s: su posta en la última recta del relevo, 8,84s (40,723 kilómetros por hora de velocidad media), es una décima más rápida que la mejor registrada hasta ahora, la de Lewis en Tokio 91. Sólo necesita que no esté Gay en la carrera.

Allyson Felix, por su parte, primera triple medallista de oro desde Marita Koch en 1983, entró en territorio Marion Jones con los últimos 70 metros de la final de 200, en los que aventajó en medio segundo a Veronica Campbell, una diferencia digna de la Jones de su mejor época. Y, como demostró en el relevo largo y en el corto, si se lo propone y si el calendario se lo permite, la atleta de California podría plantearse en Pekín un desafío insólito: ganar los 100, los 200 y los 400 metros.

Los campeones de los 4x100 metros:  De izquierda a derecha: Allyson Felix, LeeRoy Dixon, Lauryn Williams, Torri Edwards, Darvis Patton, Mikele Barber, Tyson Gay y  Wallace Spearmon.
Los campeones de los 4x100 metros: De izquierda a derecha: Allyson Felix, LeeRoy Dixon, Lauryn Williams, Torri Edwards, Darvis Patton, Mikele Barber, Tyson Gay y Wallace Spearmon.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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