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Reportaje:

Historia de dos Rosas

Díez ha pasado de defender un socialismo pactista a alinearse con las tesis de Damborenea

Luis R. Aizpeolea

A mediados de los noventa, Rosa Díez, consejera de Turismo y Comercio del Gobierno vasco de coalición PNV-PSE, presidido por el lehendakari Ardanza, sorprendió por el cambio moderno de su vestuario. Era cuando viajaba por el mundo, con el lema de su consejería Ven y cuéntalo, para tratar de convencer de que en Euskadi, pese a ETA, no se vivía tan mal. De aquella época data la transformación de Rosa Díez, un caso paradigmático de vuelco político.

En realidad, no hay una Rosa Díez sino dos. La primera fue la dirigente socialista ejemplar y abnegada de los tiempos más difíciles de Euskadi, cuando ETA mataba decenas de personas al año y contaba con un respaldo popular del que hoy carece. Entonces, Rosa Díez, que andaba en la treintena, se alineaba con el secretario general del PSE, Txiki Benegas, con Juan Manuel Eguiagaray, Ramón Jáuregui..., a favor de un socialismo pactista frente al radicalismo de Ricardo García Damborenea.

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Su defensa del "socialismo vasquista" le llevó a integrarse en el Gobierno vasco de coalición PNV-PSOE, de 1991 a 1998. En esa etapa descubrió el potencial de los medios de comunicación y lanzó su imagen. Su apego al cargo de consejera fue tal que cuando la Ejecutiva socialista vasca, liderada por Nicolás Redondo Terreros, decidió abandonar el Gobierno vasco, en 1998, al comprobar que el PNV negociaba con Batasuna el Pacto de Lizarra, a sus espaldas, fue la que más trabas le puso.

En ese momento, Rosa Díez ya apostaba más lejos pues meses antes había competido con Redondo Terreros por la secretaría general del PSE y perdió. Esa derrota no le arredró porque dos años más tarde, en julio de 2000, dio un paso que marcó su futuro: disputar la secretaría general del PSOE con Bono, Rodríguez Zapatero y Matilde Fernández sin más apoyos que algunos de sus amigos del PSE.

Díez hizo caso omiso del consejo de sus amigos. Estaba convencida de ganar. "Soy la solución del PSOE", proclamó en una entrevista a EL PAÍS. Su aval era el resultado digno que logró en las elecciones europeas de 1999 frente a Loyola de Palacio. Paradojas de la vida: al frente de la comunicación del PSOE en esa campaña estaban Alfredo Pérez Rubalcaba y José Luis Rodríguez Zapatero.

La derrota estrepitosa frente a Zapatero, Bono y Fernández -tan sólo un 6% de los votos- le llevó a distanciarse del PSOE. "Estaba convencida de que los electores le reconocían lo que el partido le rechazaba", señalan algunos de sus antiguos compañeros.

Su distanciamiento del PSOE empezó, por tanto, en julio de 2000. En el Parlamento Europeo se opuso a la investigación del lino, de la catástrofe del Prestige, a las políticas de trasvases. Defendió al PP frente al PSOE con el escaño socialista. En 2004, con el triunfo de Zapatero y la llegada de Jaime Mayor al Parlamento Europeo, se alineó con la política del PP de uso del terrorismo como arma de confrontación. Sus posiciones no las defendía en el seno del PSOE. Lo hacía sólo en los medios de comunicación. Eso y el mantenimiento del escaño han sido los reproches de sus antiguos compañeros, con la particularidad de que sus posiciones en política antiterrorista de hoy son muy similares a las que combatió en su día a su antiguo enemigo, García Damborenea.

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