El Atlético cierra el círculo
El cuadro de Aguirre, otra vez mal en defensa, entra siete años después en el bombo de la UEFA
Siete años después, el Atlético se metió de nuevo en un bombo europeo. Su nombre se escuchará a partir de la una de la tarde, en el sorteo de la Copa de la UEFA, junto al del Villarreal, Zaragoza y Getafe. Fue la noticia principal, la más halagüeña, de la actuación del cuadro de Javier Aguirre en el campo de la Vojvodina. El técnico mejicano, que se llevó la victoria en Serbia de rebote, sacó un equipo radicalmente distinto al que perdió el sábado en el Bernabéu. Con una plantilla alicatada a golpe de talonario, todavía pendientes de confirmar a Motta -relevo natural de Luccin- y Riquelme, aplicó la política de rotaciones que tan buen resultado le dio en Osasuna. Lo hizo en la primera ocasión que tuvo. Sólo Raúl García y Forlán repitieron en el puesto. Perea fue el otro titular, tirado a la banda. Como hace seis días, la defensa se desmoronó como una caja de cerillas.
VOJVODINA 1 - ATLÉTICO 2
Vojvodina: Karhiman; Stosic (Radosaljev, m. 44), Pekaric, Djuric, Kizito; Popovic, Kacar; Buac, Trivunovic, Tadic (Aleksic, m. 58); y Despotovic. No utilizados: Brkic; Markovic, Dobric y Smiljanic.
Atlético: Abbiati; Perea, Zé Castro, Eller (Seitaridis, m. 62), Antonio López; Reyes (Simão, m. 53), Cléber Santana, Raúl García, Luis García; Forlán (Jurado, m. 67) y Mista. No utilizados: Leo Franco; Pablo, Maxi y Maniche.
Goles: 1-0. M. 39. Buac, tras un rechace. 1-1. M. 54. Luis García engancha un centro de Antonio López. 1-2. M. 75. Vaselina de Raúl García.
Árbitro: Felix Brich (Alemania). Amonestó a Stosic, Reyes, Abbiati y Popovic.
6.000 espectadores en el estadio Karadjordje de Novi Sad. El Atlético pasó la eliminatoria por un cómputo global de 5-1 (3-0 en la ida).
El Atlético contemporizó el duelo, recostado en un colchón muy mullido, los tres goles que endosó a los balcánicos hace 15 días. Y claro, se durmió. Faltaron los ronquidos. Una siesta a la bartola -a falta de luz artificial, la Vojvodina sólo puede jugar con el sol alumbrando- que pudo tener unas consecuencias nefastas. Antes del descanso, Buac resolvió un balón suelto en el área que resumió las carencias de la zaga rojiblanca. Eller, al que reemplazó Seitaridis tras sufrir un esguince en el tobillo derecho, no se entendió con Zé Castro. Su apatía, al menos, benefició a Abbiati. El portero se reivindicó. No sólo paró un penalti -al medio, flojito y a media altura-; mostró su flema italiana, jugándose la cara en todas las acciones en que los centrales le dejaron vendido. Por fin, Leo Franco tiene un segundo de garantías. Algo bueno tenía que tener el set que el Barça endosó en el Calderón, con Pichu de chivo expiatorio, a finales de la campaña pasada.
Si Abbiati gustó, Cléber Santana confirmó las sospechas. Por mucho que se compare con Deco, no le llega ni al betún de las botas. A su lado, Raúl García le puso empeño y poco más. El medio que Aguirre pidió expresamente todavía no se ha aclimatado. Juega como si lo hiciera en Osasuna, no en un equipo que intenta hacer honor a su historia. Su vaselina, que certificó la remontada, aplazó hasta nueva orden las dudas que le atenazan.
El otro que marcó, Luis García, expuso sus virtudes. Aunque pecó de diagonales -como Reyes, con el que se amontonó en el mediocampo- tiene olfato y anota goles inverosímiles, ya sea de espuela al Chelsea o con un serbio en el cogote. Hasta hizo bueno el centro de Antonio López.
Un punto para la esperanza en un grupo que cojeó en la medular. Aunque empezó con cierto brío, la manija del Atlético no funcionó. Se difuminó en un césped raído, reseco, que no favorecía la fluidez del balón. Falta un Mozart. Un mensaje inquietante, sobre todo en Europa, donde nadie regala nada. Despotovic y Popovic, dos desconocidos, apretaron las tuercas más de lo aconsejable. Y Europa apenas permite fallos.
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