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Reportaje:

El mal de la vuelta al trabajo

La satisfacción laboral es determinante en el 'síndrome posvacacional'

31 de agosto. Las carreteras se llenan de coches, las estaciones de autobuses están a rebosar. Y también los aeropuertos albergan colas interminables. Se acaba agosto y con él las vacaciones. Ahora es el turno del estrés, lo que los psicólogos denominan el síndrome posvacacional.

Laura Grau y Sandra Durán, ambas de 34 años, dijeron ayer adiós a Málaga después de unos días de "mucha fiesta y poco sueño". Ha sido la única semana de vacaciones de Sandra. Laura, en cambio, ha tenido otras tres que ha pasado en la ciudad "descansando, leyendo, yendo a la playa, haciendo esas compras que te faltan". Aunque volver al trabajo no es el sueño de nadie, aseguran que no tienen estrés. Sandra, contable de profesión, admite incluso que está "deseando llegar".

"El caos que dejamos al irnos, seguirá cuando volvamos", explica una psicóloga

"El síndrome posvacacional es un estado de ánimo temporal que se produce por un cambio de un tipo de vida de ocio a una vuelta a la rutina", explica la psicóloga clínica Carmen Mendiguchía, miembro del Colegio de Psicólogos de Andalucía Oriental. Sus síntomas son irritabilidad, somnolencia, insomnio, falta de apetito, dificultades de concentración o sensación de vacío, y no suele durar más de dos semanas. El estrés "prepara para la acción", explica. "Todas las personas lo sentimos cuando vivimos un cambio y es necesario para cualquier profesional". El problema surge cuando "está en un nivel demasiado alto", añade.

Sonia Martínez, de 32 años, está algo triste. Se le acaban las vacaciones y no le "apetece nada" volver a su trabajo de administrativa. Aunque no tiene claro que sufra estrés posvacacional, reconoce que está "nerviosa" y le "cuesta conciliar el sueño".

Para Isabel Pueyo, doctora de 55 años del Servicio Andaluz de Salud, el problema está relacionado con la satisfacción laboral de cada persona. "Quizá tenga estrés a quien no le guste su trabajo o quien le dedique todo su tiempo. Hay que saber organizarse. Salir, ir al cine, divertirse, leer".

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La psicóloga de la Universidad de Málaga Margarita Ortiz coincide con Isabel Pueyo. "El estrés es un mecanismo fisiológico y psicológico de adaptación a un cambio que sentimos todos y no tiene por qué ser negativo. Cuando lo es, hay que ver qué pasa. Quizá el problema es que el trabajo no proporciona la satisfacción adecuada". Añade también la importancia del orden: "El caos que dejamos al irnos, seguirá cuando volvamos".

La duración de las vacaciones y la actividad que se realiza durante las mismas también incide en el nivel de estrés. Rafael López, psicólogo clínico por cuenta propia, insiste en que muchas veces lo que debe ser un periodo de descanso se transforma en una nueva lista de obligaciones: "Las vacaciones en lugar de desestresarnos muchas veces generan más cansancio porque tenemos otro ritmo de vida, hay que cuidar de los hijos, tenemos muchas actividades programadas y no conseguimos desconectar".

Julio Caballero, de 27 años, lleva trabajando poco más de dos semanas. "Volver a trabajar siempre es duro". Pero reconoce que después de tres semanas, su cuerpo le estaba ya "pidiendo un poco de acción". Las claves para llevar el regreso con normalidad, según los psicólogos son: repartir las vacaciones durante el año, volver con antelación, evitar colas, revisar la agenda y marcarse nuevos objetivos desde otoño.

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