El Valencia pasa con discreción

Un Valencia pobre, de brazos caídos, desaprovechó una magnífica oportunidad para reafirmarse. Pasó a la siguiente fase porque venía con la eliminatoria resuelta de Mestalla (3-0) y porque el Elfsborg es el rival más fácil que le podía tocar. Eso no impidió que pusiera en aprietos a un Valencia tristón y sin personalidad, que vuelve a casa cargado de dudas. ¿Sirve realmente Sunny como recambio de Albelda?, ¿qué tipo de portero es Hildebrand?, ¿qué aporta Arizmendi en ataque?, ¿por qué Gavilán tiene tan poco ritmo? Entre tanta incertidumbre, sólo una certeza: Iván Helguera conserva la clase que le permitió vivir ocho temporadas en una defensa de vértigo como la madridista. A pesar de su rodilla maltrecha, por la que estuvo quejándose todo el encuentro, Helguera anduvo firme en defensa y afortunado en ataque: marcó su decimosexto gol en la Liga de Campeones.

El rival más balsámico posible tras una estruendosa derrota. Eso era el Elfsborg para el Valencia, que venía de ser zurrado en la Liga por el Villarreal. Eso pensó Helguera cuando, al minuto 4, se encontró solo en el área pequeña sueca para cabecear a quemarropa un centro de Joaquín. Solo como nunca se encuentra un central que acude a rematar una acción a pelota parada. Espacios y tiempo a disposición del Valencia para recuperar la autoestima. Jauja vestido de amarillo. Joaquín quiso repetir su experiencia del miércoles pasado con la selección en Tesalónica, donde divirtió a la grada griega con su variado repertorio de regates. Y salió aplaudido del estadio. En esas estaba también Caneira, que se animó a subir la banda en una bonita combinación que erró en el remate Morientes. Acto seguido, sin embargo, llegó la sorpresa: Alexandersson aprovechó la fuga de Caneira para regatear a Joaquín y batir al debutante Hildebrand.

Frágil como está de moral, el cuadro de Quique enseñó una cara lamentable desde ese momento hasta el descanso. Con el imberbe Sunny recibiendo la bronca de Caneira. El joven mediocentro está necesita muchas horas de vuelo, pero es improbable que las reciba en este Valencia ansioso. Sin patrón ni nada que se le pareciera, el conjunto de Quique siguió desnortado la segunda parte hasta al final, cuando Villa, que entró desganado, encontró un rechace del portero para marcar. Y maquillar una pésima imagen.