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Reportaje:Atletismo | Campeonatos del Mundo

"¿He sido yo?"

El feliz ganador pasó "37 días en el infierno" en 2003 hasta probar que no se había dopado

Bernard Lagat apagó sus 37 días en el infierno con un día de gloria. La sombra negra, el segundón triste, la estrella del mediofondo borrada por el gran Hicham el Guerruj, llegó por fin el primero a la meta y salió de lo conocido para entrar en lo inquietante. "Crucé la línea y me pregunté: '¿He sido yo?'. No soy un finalizador, pero tenía fuerzas... No sabía cómo celebrarlo porque nunca fui el número uno".

A Lagat, subcampeón olímpico y mundial, siempre detrás de El Guerruj, le costaba elegir. Hablar en keniano o en inglés. Creérselo o no. Celebrar su primer triunfo con Estados Unidos o recordar los tres años sin competir por abandonar Kenia. Reflexionar sobre lo que pudo ser y no fue, sobre los años perdidos, o... respirar.

Verano de 2007. En medio de los entrenamientos, una amenaza. "Hay un ramillete amplio de favoritos. Que nadie se olvide, Ramzi va a estar en Osaka", se le escuchó a un técnico español mientras sus pupilos preparaban los Mundiales; "no ha competido nada, pero es campeón mundial de 800 y 1.500 y si va no será para hacer el tonto. Hay que ver por qué ha estado desaparecido. Si por lesión o por qué. Me sigue extrañando que vaya un atleta que no ha hecho nada, nada, nada. Luego, están Webb, Boukensa, los kenianos...". Tres carreras después, Webb fue octavo. Boukensa, quinto. Korir, bronce. Ramzi, plata. Y Lagat, oro para cerrar cuatro años malditos.

Todo empezó con un control antidopaje positivo por EPO en 2003. La noticia obligó al perseguidor de El Guerruj a abandonar los Mundiales de París. Para él, un cataclismo. Una humillación. Algo parecido a una condena: "37 días en el infierno", los que se tardó en conocer que el contraanálisis era negativo.

Desde entonces, la vida de Lagat, que tiene 32 años, ha tenido más de película de abogados que de sufrimientos de atleta. Contrató a Michael Lehner, el defensor de las víctimas del dopaje masivo de la RDA y demandó a la IAAF por daños y prejuicios. Luego, en 2005, se convirtió en ciudadano de Estados Unidos, donde vivía desde 1996. Cosas del papeleo, se ha convertido en un patriota en el proceso. Recién aterrizado en Osaka, habló de dormir con el uniforme estadounidense puesto. Vivió como una primera cita la noticia de que representaría a su nuevo país en una final. Celebró el título abrigado durante horas con la bandera de las barras y las estrellas. Y se lo dedicó al pueblo que le ha acogido tras un salto en el mapa y 37 días en la caldera del ojo público.

"Ha sido un día perfecto porque llevaba esperando muchísimo tiempo esta medalla", dijo. "Ejecuté mi ataque extremadamente bien y ésa fue la clave de mi victoria. Esta medalla es para Estados Unidos y todos sus ciudadanos. Nunca he estado más contento. Es un sueño hecho realidad. Soy campeón. Me dije 'creo que voy a ganar' y seguí corriendo. Nunca me he sentido así", concluyó.

Bernard Lagat, en el momento de cruzar la meta.
Bernard Lagat, en el momento de cruzar la meta.EFE

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