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Reportaje:La ofensiva terrorista

Un 'atentado express' como en la T-4

Los terroristas querían repetir las pautas del ataque de Barajas: secuestro, robo, estallido y huida. Todo en 48 horas y contra una instalación pública

Jorge A. Rodríguez

Para la deformada visión del mundo que tiene un terrorista, el atentado que voló un edificio de aparcamientos de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas (Madrid), fue un éxito, aunque su zarpazo acabase con dos vidas. Los etarras que el domingo volaron la furgoneta con la que, ese mismo día, pensaban atentar contra una instalación pública repitieron la mecánica criminal de aquel atentado, que el 30 de diciembre pasado derrumbaba oficiosamente la tregua que la banda había decretado el 5 de junio. Un atentado express: secuestro, robo, entrar, golpear y huir. Todo en 48 horas.

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ETA buscaba "un atentado de notable intensidad", como lo definió ayer el secretario de Estado para la Seguridad, Antonio Camacho, para quien en esta ocasión las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad han frustrado un nuevo intento etarra de sembrar el terror. De seis intentos, sólo uno ha alcanzado su objetivo: el ataque contra la casa cuartel de Durango. ETA ha repetido milimétricamente la mecánica del atentado de la T-4. En aquella ocasión, tres encapuchados abordaron el 27 de diciembre a un ciudadano de Oñate (Guipúzcoa) en la localidad francesa de Luz Ardiden. El joven había acudido con su furgoneta a acampar y dedicarse durante unos días a la práctica del esquí. En esta ocasión, fueron cinco los terroristas embozados que abordaron a una familia de Orio, a los que secuestraron y taparon los ojos (menos al menor).

En ambas ocasiones, los terroristas cargaron la furgoneta de explosivos y circularon hacia su objetivo. En los dos casos, los terroristas preguntaron a sus cautivos si alguien les podía echar de menos y denunciar su desaparición. Y en los dos casos se aseguraron de que, en caso de que la Guardia Civil o el Cuerpo Nacional de Policía hiciera una comprobación de las matrículas, el vehículo no figurase como robado. Además, el vehículo portaba sus placas habituales.

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Los terroristas que escaparon el sábado o el domingo de Castellón supuestamente llegaron en dos vehículos: la furgoneta Mercedes Vito, supuestamente conducida por dos terroristas, y un vehículo más que iba de avanzadilla con otro terrorista para alertar de la presencia de controles policiales. El sábado por la tarde, los etarras se pusieron en guardia. Los investigadores están convencidos de que vieron a una pareja del instituto armado haciendo comprobaciones sobre el vehículo, que había levantado sospechas de vecinos de Les Coves de Vinromà.

"Percibieron que se estaba controlando la autocaravana y, al sentirse acorralados, decidieron explotarla y desistir del atentado, que hubiera puesto en riesgo la seguridad de nuestros conciudadanos", aseguró Camacho.

La mecánica seguida, a tenor de lo sabido en la T-4, es que el atentado iba a cometerse de inmediato, posiblemente el domingo, según las fuentes consultadas. No creen que fuera más allá dado que un secuestro de tres personas en la forma en que fue ejecutado "no se puede mantener mucho en el tiempo". El joven de Oñate cuya furgoneta fue usada para volar el aparcamiento de la T-4 fue liberado apenas un par de horas después del brutal atentado. La familia de Orio fue puesta en libertad por sus captores ayer por la mañana, cuando la Mercedes Vito había quedado reducida a chatarra.

Esta técnica, con secuestro de personas, recuerda a la que la banda empleaba en los años 70 y 80. Lo mismo ocurre con la mecánica del atentado de Durango, el viernes pasado, perpetrado con un sistema similar al que causó 11 víctimas en 1987 en el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. "Pero es la quinta ocasión en que las fuerzas de seguridad, desde el 5 de junio, evitan un atentado de ETA", subrayó Camacho, cauto pese y por todo. El objetivo es un misterio, e Interior duda de que pueda saberlo si no detiene a los huidos.

Expertos en explosivos, en Les Coves de Vinromà, Castellón.
Expertos en explosivos, en Les Coves de Vinromà, Castellón.EFE

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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