"Aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento"
La satisfacción depende de la actitud interior que se toma frente al trabajo
En orden a mejorar la calidad de vida de los trabajadores y, por ende, su compromiso y productividad, están proliferando los "formadores de directivos", centrados en cambiar la mentalidad de los ejecutivos para que la necesaria metamorfosis empresarial se haga realidad. Uno de los más reconocidos es el consultor escocés Mike George, de 54 años, autor de Aprender a descubrir la paz interior y Transformar la ira en calma interior (ambos editados por Oniro), que imparte seminarios para profesionales a través de la Asociación Brahma Kumaris. Entre sus principales clientes destacan Mitsubishi, American Express, Siemens y Allianz, que se apoyan en su "asesoramiento emocional" para que la obtención de lucro no atente contra la salud de sus plantillas.
"Nuestro malestar no es una consecuencia de lo que nos pasa, sino de la interpretación negativa que hacemos del hecho en sí"
Pregunta. ¿Cuál es el error más común que cometen los directivos al gestionar a otras personas?
Respuesta. La mayoría cree que puede controlar a la gente que dirige para conseguir lo que quieren. Pero al ver cómo sus expectativas de control se van frustrando, señalan a los demás como los responsables de su propio malestar interior. Estos jefes no son víctimas de sus colaboradores, sino de sí mismos, de sus reacciones emocionales, que se disparan automáticamente cuando la realidad no se ajusta a sus deseos egocéntricos.
P. ¿Por ejemplo?
R. Muchos se enfadan cuando alguna persona de su equipo comete un error y proyectan su enfado interior hacia afuera. Pero son ellos quienes han decidido enfadarse, sólo ellos. Y es que aquello que no eres capaz de aceptar es la única causa de tu sufrimiento. Todos cometemos errores, y éstos son necesarios para nuestro aprendizaje y crecimiento. Nuestro malestar no es una consecuencia de lo que nos pasa -que un colaborador cometa un error-, sino de la interpretación negativa que hacemos del hecho en sí.
P. ¿Y qué les dice para que inicien el cambio hacia mejor?
R. Les animo a que no se identifiquen con su rol de directivos, que es el principio de muchos malestares derivados de la actividad empresarial. También intento hacerles ver que el verdadero liderazgo comienza con el conocimiento y la comprensión de lo que sucede en su interior. Mirar hacia dentro y ser consciente de uno mismo es el camino para no perder la paz mientras se está trabajando.
P. ¿Y cómo suele calar esta propuesta entre los directivos?
R. Suelen ser escépticos, pero forma parte del proceso de cambio. Lo normal es rechazar lo que no se ha vivido por experiencia propia. Además, la cultura occidental se centra en todo lo que sucede afuera, en tener más que en ser. Pero nadie puede huir eternamente de sí mismo: tarde o temprano aparece el sufrimiento, cuya función es hacernos despertar para que seamos conscientes de que nos estamos equivocando.
P. ¿De qué manera pueden los jefes mantener la serenidad en medio de tanto caos?
R. En el momento en el que aprenden a trabajar sin identificarse con su rol profesional observan con mayor distancia todo aquello que hacen y empiezan a estar más en contacto con ellos mismos. Así, aprenden a aceptar todas aquellas situaciones adversas, así como a tolerar de sus colaboradores respuestas diferentes de las que esperan. La felicidad consiste en elegir en cada momento la actitud más favorable y positiva: esta elección interna es lo único que sí pueden controlar, pero como sucede con cualquier actividad, requiere esfuerzo, disciplina y perseverancia.
P. ¿Y qué hay del resto de trabajadores? ¿Qué opciones tienen?
R. Les animo a que se pregunten de tanto en tanto: "¿Estoy usando mi trabajo o éste me usa a mí?". Y es que los hay que se sienten prisioneros, víctimas de sus jefes, de sus organizaciones, de todo lo que les rodea. Y así, se vuelven muy negativos, carentes de motivación e ilusión. Creen que nada depende ellos, pero ése es su gran error: ¡es una cuestión de actitud! Por contra, están los exploradores, que intentan sacarle el mayor partido a su empleo, aprovechando sus contactos y sus funciones para crecer. Se hacen autorresponsables de su bienestar y aprenden de los errores para tratar de ser un poco más conscientes cada día. De ti depende ser prisionero o explorador.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.