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Royal reaparece como una "mujer nueva y serena" frente a las críticas de su partido

"Nuestros camaradas están obsesionados por el pasado", afirma Ségolène en su feudo

La candidata socialista a las últimas elecciones presidenciales, Ségolène Royal, presidenta de la región Poitou-Charentes, hizo ayer en su feudo de Melle su reaparición en la vida política francesa. Lo hizo rodeada de sus fieles y de una multitud de militantes jóvenes. Ella dijo sentirse "una mujer nueva y serena", capaz de afrontar el alud de críticas que le llueven a través de los varios libros críticos contra ella que ahora publican algunos de sus correligionarios: Jean Luc Mélenchon, Guillaume Bachelay, Lionel Jospin, Claude Allègre y Jacques Mazeau, entre otros.

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"Nuestros camaradas están obsesionados por el pasado, quizá porque lo necesitan, pero tenemos que ayudarles a mirar el presente y el futuro", dijo la sonriente Ségolène, de nuevo vestida de blanco y en plena forma. La ex candidata anticipó algunos elementos de autocrítica que ha de desarrollar, en octubre, en el libro que también ella publicará.

Royal reconoció que hubo "dos cuestiones" en las que su campaña falló: "No hemos actualizado nuestras propuestas teniendo en cuenta los cambios que se producen en el mundo", entre otras razones "porque necesitamos una mejor comprensión de la mutación". Ségolène añadió: "Confieso haber improvisado" en determinados momentos. Adujo que el programa del PS y el suyo propio no eran bases sólidas para afrontar todos los problemas. La segunda cuestión fallida es "no haber sabido organizar un partido moderno, de ventanas abiertas, pero capaz de organizarse para que todos tiremos en la misma dirección".

Al mismo tiempo que insistió en su conocida obsesión por asociar siempre derechos y responsabilidades, defendió que el PS, "desde que renunció a estatalizar los medios de producción", se encuentra como pez en el agua en el mercado: "Los socialistas alemanes tienen como divisa el mercado siempre que es posible, el Estado cuando es necesario. Y los franceses podemos añadir que esa necesidad la ha de cubrir el servicio público".

Royal reclamó que la prensa "no preste atención siempre a los mismos", y se ganó a una audiencia ya muy favorable reivindicando que el PS facilite "que tomen la palabra otras generaciones y experiencias", manera de ganar para su causa a quienes tienen hoy entre 30 y 40 años y carecen de experiencia de gobierno, es decir, los líderes socialistas que hoy se reúnen en Frangy-en Bresse: Arnaud Montebourg, Aurèlie Filipetti, Manuel Valls o Gaëtan Gorce, miembros de un Gobierno en la sombra.

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Donde se mostró más combativa y convincente Ségolène Royal fue en la crítica a la política de Nicolas Sarkozy, "que piensa que anunciar reformas equivale a hacerlas". Para la dirigente socialista, "cada promesa de endurecimiento de las penas contra los multirreincidentes en un caso de delito sexual es garantía de subir en los sondeos de opinión, pero también de redactar una nueva ley que no se aplicará por falta de medios".

Arremetió contra la creación de comisiones para estudiar problemas y se refirió a Jacques Attali, antiguo consejero del presidente Mitterrand: "Está bien aceptar participar en una comisión. Está bien haber ideado una comisión para estudiar qué frena el crecimiento en nuestro país. Pero aún está mejor mirar en los cajones. Entonces se descubre que en 2004, Michel Camdesus ya hizo, por encargo de Nicolas Sarkozy, un documento sobre las 110 medidas a poner en marcha para liberar Francia de elementos que frenan su crecimiento".

Generosa y tranquila, apartándose a menudo del texto escrito, Ségolène Royal, que puede que sea una "mujer nueva" pero sigue siendo una oradora sólo pasable, se permitió lanzar un sorprendente mensaje de reconciliación a los socialistas que hoy participan o colaboran con el Gobierno de Sarkozy.

La rentrée de Royal, con su crítica a fondo de la acción del Gobierno, la situó de hecho al frente de la oposición. El próximo fin de semana, en La Rochelle, la Universidad de verano del PS, no contará con la presencia de varios de los elefantes del PS: Dominique Strauss-Kahn, porque aspira a presidir el FMI; Laurent Fabius, porque su popularidad no supera el 5%; Lionel Jospin, porque sabe que su hora pasó, y Bertrand Delanoë, porque prefiere la seguridad de la alcaldía de París al riesgo de aspirar a liderar un PS que parece un nido de víboras. A la reunión parece que sí acudirán François Hollande y Royal, como si los otros líderes socialistas quisieran dejar que la ex pareja que progresó junta dentro del PS se hunda ahora junta y al mismo tiempo. Veremos.

Una niña besa a la socialista Ségolène Royal durante su reaparición pública ayer en Melle.
Una niña besa a la socialista Ségolène Royal durante su reaparición pública ayer en Melle.ASSOCIATED PRESS

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