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Reportaje:Fútbol | 1ª jornada de Liga

'Il Bello', amenazado

Cannavaro se mide con un esguince a Agüero, al que admitió haber dado "una hostia" en el encuentro anterior porque le sacó de quicio

Diego Torres

Lo primero que le vino a la cabeza a Javier Aguirre cuando se encontró con Agüero tras el verano fue una idea feliz: "¡Qué delgado está!". El argentino, que durante la temporada pasada se dejó llevar por la vida muelle, decidió por su cuenta acudir al Mundial sub 20 de Canadá. La terapia de selección le curó el cuerpo y la mente. Cuando regresó al Cerro del Espino, con el título de campeón, lucía el perfil recortado de un gimnasta. Estaba listo para ser la punta de diamante de la nueva delantera del Atlético. Un peligro para cualquier central en dificultades. El terror de Cannavaro.

Fabio Cannavaro, apodado Il Bello, salió del entrenamiento de ayer con las piernas como tablas. Rígido, caminó hasta el coche con cadencia de Frankenstein. En su rostro se podía leer que había tenido una mala semana. Primero, hundió a Italia con dos errores de aprendiz en el partido amistoso que jugó el miércoles ante Hungría (3-1). Los técnicos del Madrid lo siguieron con preocupación: una lesión de Materazzi forzó a Cannavaro a aguantar los 90 minutos. Regresó cansado y le esperaba un percance. En la práctica de ayer recibió un golpe fortuito. Sufre un esguince de tobillo. Pero quiere jugar igual. Tal vez, por una cuestión de honor. Tiene cuentas pendientes con el Kuhn Agüero.

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La primera vez que se enfrentaron, hace un año en el Bernabéu, el argentino provocó que Cannavaro recibiera una tarjeta amarilla. La segunda, en el Calderón, Cannavaro fue expulsado. Tras la ducha, fue diáfano: "La segunda tarjeta es incomprensible porque no hice nada. La primera está justificada, lo admito. Agüero me tocó los cojones y le di una hostia".

Antes de aburrirse del racionamiento de minutos al que lo tenía sometido Aguirre, el delantero del Atlético tuvo momentos de placer. Disfrutó sobre todo encarando al Balón de Oro y viendo cómo se desencajaba con sus gambetas. Agüero se lo pasó tan bien con Cannavaro que, cuando se acabó el último derby, dio la sensación de que, para él, también se terminó la Liga. Las suplencias ocasionales, lejos de rebelarlo, lo distrajeron. Rodeado de un extenso séquito de familiares y amigos, Agüero vivió la primavera en una rueda que iba de la play station a los entrenamientos y de allí a los restaurantes argentinos -a las mollejas, a los chinchulines, al bife de chorizo y a las empanadas- para terminar en las discotecas. Sus días en Madrid transcurrieron alegres como los de un adolescente. A sus 18 años, se permitió el lujo de vivir como un chico de 18 años.

"Agüero tiene potrero", dice el ex seleccionador argentino José Pékerman para subrayar que las mejores cualidades del jugador pasan por su estilo cimarrón. "Es llamativo por la precisión de su toque para definir en el área y por su atrevimiento para enfrentarse a los defensas siendo tan joven. Es un delantero único en el fútbol moderno. Se parece a Romario. Sólo le falta madurez para afrontar el profesionalismo. Debe ser más parejo en todos los partidos".

Pékerman quiere que Agüero juegue bien incluso cuando no está Cannavaro de por medio. Para los hinchas del Atlético, sería conveniente recuperar a Il Bello.

Agüero controla el balón ante Helguera.
Agüero controla el balón ante Helguera.ULY MARTÍN

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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