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Reportaje:

Bibliotecas al sol

Tres piscinas del distrito de Moncloa-Aravaca prestan libros a los niños y a los adultos durante la temporada de baño

¿La última aventura de Manolito Gafotas o un gran clásico como Mafalda? Es una decisión dura de tomar. La duda hamletiana frunce la frente de Enrique, de 12 años, moreno por el sol, bajo un pelo rubio platino. Un libro en cada mano, como en los platos de una báscula, el niño considera los dos volúmenes coloridos enamorándose con los ojos, ahora de uno, ahora del otro. De todos modos, su primera elección hubiera sido el Marca. "No tenemos periódicos deportivos..., lo siento", se justifica Cristina Cruz, la joven bibliotecaria, que se acaba de graduar. Su sonrisa dulce y pícara es la de la niña que interpretaba como protagonista de la serie de televisión Celia.

No es la tópica instantánea tomada en una biblioteca de la capital, frente al estante repleto de la literatura infantil. La escena se desarrolla en una de las piscinas más codiciadas del verano madrileño: el Lago de la Casa de Campo.

La oferta cuenta con un 35% de títulos de literatura infantil y juvenil

Una carpa colocada en el césped de esta instalación deportiva sombrea una verdadera microbiblioteca: ordenados en una estantería blanca flamante, casi 300 títulos de novelas, poesía y literatura infantil esperan a los lectores bañistas. Basta con presentar el carné de usuario de las bibliotecas municipales para quedarse con un libro por un periodo de 15 días, prorrogables. Si todavía no se tiene carné, se puede solicitar allí mismo. O si no, se puede coger en lectura el periódico del día, o una de las revistas de ocio desplegadas en la repisa, para tumbarse en la estera antes de echarse al agua. Como Juan Antonio, conductor de trenes jubilado, que aprovecha para hojear las principales cabeceras. Se suele pensar que en vacaciones la gente lee más. Pues para facilitarle aún más la tarea, la Junta de Moncloa-Aravaca ha pensado este año en acortar la distancia entre los lugares de reunión veraniega por excelencia y los sitios donde se guarda la cultura. Porque si tenemos más tiempo para dedicarnos a los placeres de la mente, también somos cada vez más perezosos.

Las tres piscinas del distrito de Moncloa-Aravaca, donde viven 117.000 personas, lucen el mismo servicio de once de la mañana a nueve de la tarde, hasta el 9 de septiembre. Desde mediados de julio han prestado más de 800 libros entre las instalaciones de José María Cajigal, Casa de Campo y Francos Rodríguez.

La selección de los libros, acordada entre los bibliotecarios del distrito, cuenta con un 35% de títulos de literatura infantil y juvenil. "La afluencia de público joven y de niños es notable y hemos querido dirigirnos a ellos, dado que es precisamente en estas edades cuando se consolidan los hábitos de lectura", precisó Ignacio Santos, de la Junta. Por esta razón, Marien y Margarita, dos bañistas, encuentran "maravillosa" la iniciativa, que estrena este año Madrid, pero conoce antecedentes en la Comunidad. Se toman un café con hielo bajo las sombrillas de la cafetería. Una es actriz, la otra guionista, ambas comprometidas en la educación para la lectura de los más pequeños.

Rosa se asombra. Suele frecuentar las bibliotecas del barrio. Aquí, los libros huelen a nuevo. Y a crema solar. Es dependienta de un centro comercial, y su presupuesto para la cultura lo gasta en ópera. Los libros, mejor prestados. "He venido a buscar Ébano, de un periodista con nombre raro [la obra es del fallecido reportero polaco Ryszard Kapuscinski]", dice dando cuenta de un consejo de una amiga. Cristina, que ahora tiene 23 años y acaba de terminar la carrera de Biblioteconomía, se echa hacia atrás el pelo largo y rubio y bucea en las hojas de préstamos. "No tenemos ordenador. Todo es manual", se excusa por la espera, mientras repasa la lista: "Lo siento, está fuera", vuelve a levantar la cabeza y aconseja una novedad, que alguien acaba de devolver satisfecho: el volumen azul es Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina. Rosa lee la contraportada y se engancha.

Mientras tanto, Enrique ha tomado su decisión. Se queda con Manolito y pasa Mafalda a su hermano de nueve años. La madre, Teresa Bolz, con el bañador de flores y las gafas de sol de diadema, no tiene más solución que aplazar el baño. Saca el carné de identidad y se pone a rellenar la solicitud para el carné de bibliotecas.

Operación lectura

Libros de verano, Libros mojados, Bibliopiscina. Nombres diferentes, para indicar el mismo servicio de préstamo de volúmenes al borde de la piscina. Hace ya 22 años que el Ayuntamiento de Fuenlabrada, a 20 kilómetros al suroeste de la capital, puso en marcha esta iniciativa para sus cerca de 200.000 habitantes. En Fuenlabrada, los bañistas pueden elegir entre 1.300 volúmenes de novela corta, cuentos, cómics y revistas de divulgación general. Para la selección del fondo se han tenido en cuenta los gustos de los usuarios de años anteriores en función de sus preferencias y peticiones.

Otro ejemplo en la Comunidad es ofrecido por Valdemoro, que por un año más repite Libros mojados, durante toda la temporada de baño: del 1 de julio a finales de agosto. En este pueblo, ubicado a unos 25 kilómetros al sur de Madrid, han tenido una idea más: Biblioteca móvil, un carrito que pasa entre los bañistas tumbados y les facilita el préstamo.

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