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Reportaje:

En la calle y en pijama

Un incendio en un edificio apuntalado obliga a desalojar de madrugada a 70 personas en Centro

Khadija, de 32 años, ha pasado la noche en vela. A las doce del mediodía de ayer todavía recordaba con angustia los gritos de "¡fuego, fuego!" que la despertaron la madrugada del sábado. "He pasado mucho miedo. Las llamas eran enormes", reconoce poniéndose las manos en la cabeza.

El fuego empezó en un piso en obras cuya puerta estaba abierta tras ser forzada
Es el tercer incidente en inmuebles de la zona de Embajadores en cuatro días

Hace nueve años que vive en un piso que da al patio de un edificio de tres plantas en el número 8 de la calle de la Huerta del Bayo, cercana a la calle de Embajadores, en el distrito de Centro. Como los 38 vecinos del inmueble, Khadija pasó la madrugada de ayer en la calle mientras seis dotaciones de bomberos extinguían un incendio que comenzó en una de las viviendas de la última planta del edificio.

"Creía que era un ladrón", afirma Maribel, que también vive en el patio. "Yo pensé que era una broma de los chavales que estaban de juerga cerca de casa", cuenta Antonia, del primero. Nada de eso. Era Mohamed, el portero del edificio, que avisó a los vecinos en cuanto vio el fuego para que desalojaran sus viviendas.

El incendio comenzó en torno a las 3.30 en el 3º A y se propagó rápidamente por una parte de la cubierta, que cayó sobre las viviendas. No dio tiempo ni a vestirse. Los 38 vecinos bajaron con lo puesto. "Como nos han sacado de la cama, el Samur Social nos ha dado ropa en la calle". Lo cuenta emocionada Icíar, la única niña del edificio.

Su madre la despertó de madrugada. Ella y su hermano Javi cuentan orgullosos que no tuvieron nada de miedo. Excepto en un momento: "Cuando bajábamos las escaleras, me caían cristales en la cabeza". Para Javi, de 10 años, el incendio fue una aventura. Ayer ya proyectaba utilizar su historia para un trabajo del colegio. Para su abuelo y la tía de su madre, que viven en la tercera planta, justo al lado de la vivienda siniestrada, fue una pesadilla. "Las llamas eran amarillas y naranjas. Hacía mucho calor", recordaban por la mañana.

La familia fue la única que no pudo volver a dormir a su casa. Pasaron la noche en un hotel, mientras los bomberos desescombraban la vivienda en la que empezó el fuego. Los vecinos reconocen que podría haber sido "mucho peor".

La rápida intervención de los bomberos impidió que el fuego se extendiese por el tejado al edificio de al lado a causa del viento. Sin embargo, los 42 vecinos del inmueble también fueron desalojados durante una hora. El tiempo que emplearon los bomberos en controlar el fuego. El resto de familias regresó a sus viviendas entre las cinco y las seis de la madrugada. Los bomberos desescombraron los pisos superiores para evitar que el peso hiciera caer las vigas del techo, según un portavoz de Emergencias Madrid.

En el 3º A sólo quedaban ayer humeantes montones de periódicos y revistas y tres bombonas de butano. El piso, cerrado por obras desde hace meses, estaba abierto desde hace unos tres días depués de que dos desconocidos forzaran la puerta. "Llamamos a la policía, pero no encontraron a nadie dentro y dejaron la puerta abierta", explica una vecina del inmueble.

No era la primera vez que alguien entraba en los pisos vacíos mientras se rehabilitaban. Por eso los vecinos piensan que el incendio fue intencionado. "Querían hacer daño y lo han conseguido", sentencia Almudena, la madre de Javi, mientras sube las escaleras hacia su casa. Son de madera y crujen a cada paso, como el resto de la estructura del edificio.

El número 8 de la calle de la Huerta del Bayo tiene más de 200 años. Basta con poner un pie en el portal para sentir claustrofobia. Decenas de puntales sostienen las paredes y el techo. En el patio, ropa tendida y tablones amontonados en las esquinas. Las palomas incluso han anidado en las vigas desnudas de cada pasillo.

Las obras de rehabilitación del edificio, que costean los propios vecinos, son progresivas. "Pronto empezarán las de los pisos del pasillo de aquí al lado y tendrán que vaciarse", precisa Antonia. A ella el incendio la pilló viendo la televisión. Vive con su marido y su perro en un piso muy pequeño.

Algunas de las casas del edificio tienen tan sólo nueve metros cuadrados y cuestan 250 euros al mes. Otras, están repletas de grietas y llevan 15 años apuntaladas. El candidato socialista a la alcaldía de Madrid en las pasadas elecciones municipales, Miguel Sebastián, visitó este mismo edificio en enero. Calificó los pisos de "infraviviendas". "Estas casas están que se caen. Dormir en ellas da miedo porque parece que se pueden derrumbar en cualquier momento", especula un vecino del barrio que comenta en grupo lo ocurrido durante la madrugada. "Y éste no es el único peligro. Son calles tan estrechas que los bomberos tienen problemas para acceder a los edificios", continua.

Los vecinos del barrio de Embajadores no ganan para sustos. "Tenemos la negra", se queja una vecina que se ha acercado al edificio siniestrado El fuego de ayer es el tercero que se produce en la zona en una semana. Un incendio intencionado provocaba daños a siete vehículos el jueves pasado en un aparcamiento subterráneo del número 37 de la calle de Embajadores. La policía aún lo mantiene cerrado e investiga las causas del siniestro.

Un día después, segundo sobresalto. Una explosión hería a dos ciudadanos asiáticos y provocaba desperfectos en el inmueble situado en el número 35 de la misma calle. La explosión se produjo por la acumulación de gases procedentes de insecticidas. Los dos asiáticos estaban reformando su casa.

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