Música y Jandillas

Los domecqs de Jandilla. Se comentaba el día antes: vienen muy bien. Y así fue. Con sus cosas. Que enturbiaron la despedida del maestro que salía a Illumbe con un compromiso íntimo.

El primero recibió una media seca, semisecas chicuelinas y dulce revolera. Nos brindó Rincón mirándonos, se fue al estribo, lo trasteó sentado, luego por bajo, y remató en las flores. Entregado -resonaba Illumbe- preludió con molinete en el tercio series que el toro no tragaba bien; buscaba las vueltas a la tela y buscaba la tela azul de la taleguilla del César. Y el crujido inicial mudó en protestas. En el cuarto la media se posó con más desmayo, sufrió picotazos, atajó en los cuarteos, y Rincón se dobló con él despacio. Lo miró, echó, despegado, la tela hacia los berridos, giró en molinete y quiso torear. Sonaba Chiclanera a gran volumen cuando los naturales tomaron vuelos largos que fueron más veraces al final y firmaron su adiós en la arena guipuzcoana.

Se hace un silencio respetuoso cuando torea EJ. La afición se vuelve alumnado y el joven torero, catedrático. Como Ortega. El tercero llevó lección de destrezas. Con primor lo fijaba hacia el caballo, con primor, ganando pasos imperceptibles, lo puso en la muleta; allí, derechazos rotundos, comiéndole distancia, dando el frente, y airosos remates al pecho. Atronaba, injusta, la banda, e impedía oír el roce de la franela que, en la zurda, barría la arena. Luego se prodigó en pases risueños, adornos de trinchera, se perfiló, cuadró... y hubo de rectificar la estocada para derribarlo. En el quinto, fue al desquite. Dos verónicas iban bajando en altura y subiendo en hondura hasta que la media tocó el suelo. Chicuelinas, larga, puyazos justos y pares perfectos. Y tras airearlo por alto y rematarlo bajo lo embarcó en el tercio tocando y templando. Si causaría respeto EJ que no tocaba la banda y, cuando al fin se arrancó, el toro empezó a rajarse. Terminó EJ en lo cuernos, bisbiseándole.

¡Con qué alegría corrió Topinero el diámetro del ruedo! La misma que tuvo la media alta de Barrera, la misma con que dejaba Santa Rita los palos, la misma de los dos cambios de recibo y de la primera serie de derechazos, la más cuajada de la tarde. Mantenía el toro la alegría inicial cuando le dio el primer susto. Quizá lo hizo para acallar la música. Luego empezó a acortar la embestida, volvió la banda y el toro la volvió a silenciar echándoselo arriba. Había notado la presa y ya no dejó de buscar, pero el valor y la estocada le dejaron una oreja. Y devolvieron la alegría a las gradas. Se apretaba el trofeo Barrera contra el corazón, contra el lugar de donde procedía. El sexto toro fue bravo. Barrera estuvo irregular, ávido y apresurado. Brindó a Rincón. Más que un detalle. Una complicidad.