El pueblo de Beas busca a un anciano
Decenas de personas rastrean la localidad onubense para localizar a un hombre de 81 años
¿Dónde está Valentín Ramos? A este anciano de 81 años, aficionado a pasear por el campo, parece habérsele tragado la tierra. El sábado 11 fue visto por última vez hacia la una de la tarde, a unos 500 metros de su casa de Beas (Huelva), donde vive con Juana, su mujer, de 73 años y enferma de Alzheimer. Desde entonces, sólo silencio. Nadie se explica qué le pudo pasar para que no regresase.
La angustia por la falta de noticias desde el sábado se extendió rápidamente entre sus familiares y vecinos, que emprendieron la búsqueda por algunos parajes que Valentín solía patear a menudo en las inmediaciones de su casa. La búsqueda, en la que intervinieron también efectivos de la Guardia Civil con perros adiestrados en la localización de personas, no dio ningún resultado.
El último día que le vieron, Valentín no saludó a nadie con los que se cruzó
Los días han pasado y el rastreo continúa. Pero el único fruto que se ha conseguido es levantar más polvo en los caminos que circundan el pueblo. Incluso los de aquellos que Valentín apenas transitaba. Hasta allí se han seguido pistas y rumores que, finalmente, se demostraron infundados. Ayer se vivió un nuevo capítulo del drama. Los familiares del desaparecido citaban a los vecinos de Beas a que les acompañasen en una nueva gran batida por los alrededores del municipio.
La intención era rastrear incluso las zonas que ya habían sido recorridas sin éxito previamente. Así, a las 7.30, con las primeras luces del día, más de 200 personas se congregaron en la calle Rábida, donde vive Valentín. Voluntarios a pie, a caballo o en quads (motos de cuatro ruedas) se separaron en cuadrillas de entre 20 y 30 personas y se repartieron por todos los parajes que rodean Beas. A ellos se les unió una veintena de guardias civiles llegados de Moguer, dos agentes del Grupo Cinológico de la Guardia Civil, con base en Sevilla, encargados de la búsqueda de personas con perros y un helicóptero.
Kazam es uno de los dos canes de raza pastor belga que tratan de encontrar a Valentín Ramos. Son casi las 10.00 y ya lleva más de dos horas de trasiego por una zona conocida como Sendero del Molino, donde hay una zona habilitada como merendero muy popular. Antonio Javier Luque es el agente que le guía. "Este perro está entrenado para buscar personas que estén quietas en un punto, sin moverse. Especialmente en zonas escarpadas o de difícil acceso. Es un perro destinado a trabajos en grandes áreas, en el que buscan cualquier olor humano que permanezca inmóvil", explica.
A Kazam, le guía Antonio Javier. Y a éste, Miguel, un pastor de 60 años que conoce a la perfección los campos de Beas. Miguel es, además, la última persona que vio a Valentín. "Fue a la una de la tarde del sábado 11, cerca de su casa. Le vi y le dije: 'Hasta luego, Valentín'. No me contestó y eso que nos conocemos de toda la vida. Luego he sabido que aquel día no saludó a nadie con los que se cruzaba", recuerda Miguel en un descanso de la búsqueda.
Este comportamiento extraño de Valentín ha llevado a muchos a especular sobre la posibilidad de que el desaparecido sufriese algún tipo de laguna mental que le desorientase.
Familiares del anciano confirman que últimamente había sufrido algunos lapsos de memoria, pero recelan de que esta sea una razón determinante. "Quizás se despistó y se cayó en algún sitio, no lo sabemos, pero un problema de memoria no puede ser la única causa, porque le habríamos encontrado por los alrededores. Lo increíble es que no aparezca por ningún lado y ya le hemos buscado por todas partes. Ya no sabemos dónde mirar", dice su hijo Juan. Junto a su hermano José Joaquín, no ha cesado en la búsqueda de su padre. Pero los días pasan y la angustia y el cansancio hacen mella en su voz.
La falta de resultados obliga a Juan y a su familia a preguntarse si alguien le ha podido hacer algo a su padre. "Ya no sé qué pensar. La Guardia Civil nos ha dicho que la Policía Judicial también está investigando, pero no sabemos más". Juan y su hermano lo han dejado todo para encontrar a su padre, también el trabajo. "Aunque habrá que volver. Así no puedo estar, si no trabajo yo lo hará otro y tengo que llevar dinero a mi casa. Soy albañil y ya me han llamado para que trabaje el lunes", dice Juan resignado.
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