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Reportaje:

Efigies con sangre de artista

Los participantes en el VI Concurso Internacional de Estatuas Humanas reclaman en Leganés un mayor reconocimiento a su trabajo

El arte por el arte. O al menos por una sonrisa. Por una moneda en la gorra tirada en el "piso". La estatua de Juan Muñoz no se mueve. No corre sangre bajo su carne de bronce. Por muchas sonrisas que le inciten. Por muchas monedas que dejen en su gorra invisible. Pero estos días no está solo en la calle que lleva su nombre. Junto a él hay un gaucho argentino, una llamarada de fuego y un robot "maquinero". Hay un marinero sin rumbo esclavo de la marejada, un hombre de traje gris dispuesto a ir a algún sitio y hadas, duendes y hasta un fauno saltimbanqui. Es la VI edición del Concurso Internacional de Estatuas Humanas que organiza el Ayuntamiento de Leganés.

Norman Santana es un anfitrión de robusta barriga que saluda a todo el mundo. Antes fue hombre del viento. Y a veces vuelve a serlo en su rincón de la calle Preciados de Madrid. "Soy actor y director de una compañía de teatro infantil", dice, mientras piensa en cada una de las muecas, cada una de las posturas que adoptará horas después para su público itinerante. Lleva siete años siendo estatua. Estatua viviente, como prefieren aquellos que se expresan en la calle tras el maquillaje, las máscaras y los disfraces más o menos caseros.

"No somos mendigos, sino actores. Donamos nuestro trabajo", dice un participante

Ha probado la calle, laboratorio de sus personajes, y es devoto del paisaje urbano para alumbrar sus ideas, como todos sus compañeros. Son un total de 30 los que poblaron ayer el centro de Leganés. Hoy volverán a hacerlo de las ocho de la tarde.

"No somos mendigos, somos actores. Donamos nuestro trabajo a la gente porque queremos hacerlo y queremos que se nos reconozca y se nos proteja", repite una reivindicativa Paula Noviel. Es presidenta de la Asociación Española y Comunitaria de Estatuas Vivientes y Teatro. Aunque en Leganés es sirena cautiva. Animal enjaulado y exhibido al público. Metáfora de la época de la dominación del hombre.

Y es que no todo es la estética. Tras cada estatua no sólo late un corazón, sino también un mensaje al mundo. Su mensaje. El de cada uno.

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Entre la blanca danzarina contorsionista y la negra muerte encapuchada, hay dos obreros con mono naranja y rostro cansado. Un niño de unos 12 años se para. Pero su madre tira de su brazo: "Vámonos, que éstos son rojos". Son Javiera y André, italiana y portugués. Muy jóvenes y estudiantes de circo y danza. Comparten el alma chilena, el alma social de Víctor Jara.

Llevan sólo un año siendo estatuas. En la calle. Donde pueden. A su lado, dos veteranos. Una es el mar, Laura Vezzosi, con 1 5 años de personajes callejeros a sus espaldas. El otro, el elefante de la suerte, Jorge Balmaseda, 20 años de profesión que le hacen imposible "pensar en lo artístico sin la geografía urbana de fondo". Los dos argentinos. Los dos trotamundos.

Eva Rubio es una asidua en Leganés. También argentina, ha participado en todas las ediciones. Es actriz, como su compañera Mariana Elizalde. "Muchas veces la necesidad de expresarte te lleva a la calle", dice mientras prepara un pequeño atril desde el que regalará poemas recitados.

Un jurado decidirá hoy tres de los cuatro premios del concurso: estatismo, movimiento y vestuario. Los tres dotados con 300 euros. El público decidirá el más esperado, el de la mejor estatua, dotado con 1.000 euros.

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