"Me quedé sin hijo y sin suegros por culpa de un conductor suicida"
El pasado 4 de julio, el madrileño Ángel Peralta miraba la pantalla de su teléfono móvil con impaciencia. Le parecía raro que sus suegros, Santiago y Milagros, no llamaran para avisar de que ya habían llegado a San Esteban del Valle, el pueblo abulense donde nacieron y en el que solían pasar los fines de semana. Ese día se habían llevado consigo a Miguel Ángel, de tres años. La ansiada llamada llegó, pero la voz que hablaba no era la de Santiago. Un guardia civil había cogido el teléfono para anunciar que sus dos suegros y su hijo pequeño habían muerto en un choque contra un Ford Mondeo que recorrió al menos siete kilómetros de autovía en sentido contrario. Lo conducía un profesor de Talavera de la Reina (Toledo) que arrastraba problemas de alcoholismo y que sobrevivió a la violencia del impacto.
La familia espera que el 'kamikaze', que sobrevivió al choque, vaya directo a prisión
"Ahora sé que detrás de los siniestros hay personas hechas polvo", dice Ángel
"Fue como si se acabara el mundo", recuerda Ángel. No podía digerir que su niño, que iba montado en la silla reglamentaria, estaba muerto. Que sus suegros acababan de perder la vida en la A-5, una autovía que habían recorrido cientos de veces. Que aquel "mal sueño" era real. "Cuando ves accidentes en los periódicos, nunca piensas que le vaya a pasar a tu familia. Y apenas les prestas atención".
Ahora, por el contrario, se enrabieta al comprobar que más de 1.000 conductores campan a sus anchas por las carreteras tras haber perdido todos los puntos del carné. Se le revuelven las tripas cuando piensa lo "fácil" que resulta "matar en la carretera sin pasar por la cárcel", o que todo un ex presidente del Gobierno "se atreva a decir que le dejen beber lo que quiera". Y se ha convencido de que a los afectados por los accidentes de tráfico se les trata como a víctimas de segunda fila.
"El que mató a mi hijo y a mis suegros es tan asesino como el resto", exclama. Porque "una cosa es un despiste", y otra distinta lo que hizo el tipo que se empotró contra el coche de Santiago. Tras el accidente, no se le ocurrió otra cosa que pedir un cigarrillo, sin preocuparse del estado de las víctimas. La colisión se produjo a la altura de Maqueda (Toledo), cuyo alcalde, Esteban Ríos, se presentó poco después en el lugar de los hechos. Allí comprobó que el kamikaze apestaba a alcohol. Y asegura que los sanitarios le informaron de que el control dio positivo.
La muerte de tres familiares, advierte Ángel, cambia por completo la vida de una persona. Está pasando las vacaciones más tristes que recuerda, porque no hay día en que no eche de menos a Miguel Ángel, Santiago y Milagros. Si aquel conductor suicida no se hubiera cruzado en su camino, habrían jugado juntos en la playa. Su hijo mayor, Daniel, lo pasó peor al principio y no paraba de hacer preguntas. "Ahora ya está mejor, porque los niños tienen mucha más capacidad de mirar hacia el futuro". A Ángel, sin embargo, aún le cuesta dormir sin tomar pastillas: "Todavía me torturo pensando cómo pudo suceder aquello".
Al menos, ha tenido la suerte de recibir un apoyo "inmenso" de sus amigos. Y sigue cogiendo el coche sin miedo. Siempre ha sido un conductor prudente, aunque sabe que eso no basta, "porque evitar los accidentes no depende sólo de uno mismo". Y es consciente de que detrás de las frías estadísticas de siniestralidad vial "hay muchas familias hechas polvo" por pérdidas como la de Santiago, Milagros y Miguel Ángel. Ellos murieron por culpa de alguien que, al parecer, quería quitarse la vida, aunque para ello tuviera que llevarse por delante a los demás. Ahora, Ángel desea que ese "loco" salga del hospital y vaya directamente a la cárcel. "Si no, sería tremendo".
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