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Reportaje:

"Empezamos otra vez de cero"

Van Nistelrooy dice que va a ser "muy difícil" cambiar otra vez de forma radical el estilo de juego

Diego Torres

Nadie como un buen holandés para destripar el fútbol con palabras. Nadie como Van Nistelrooy, el jugador más relevante del Madrid en el último campeonato, para emitir una conclusión acerca de la pretemporada que está por terminar su equipo. "Empezamos otra vez de cero", dijo Van Nistelrooy en la madrugada de ayer, después de perder contra el Betis (1-0) en el Torneo Carranza. "Han cambiado los jugadores y el entrenador", explicó. "Ahora estamos tratando de cambiar el estilo de juego. Esto es difícil. Lleva un tiempo. No se puede jugar bien tan rápido".

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El Carranza se estaba vaciando. Aburrida con el fútbol del Madrid, la multitud enfilaba la calle rumbo a la playa. Sentada en la grada junto a un grupo de familiares, una gitana muy salada le gritaba: "¡Rudiiiiiiicio!". Como si le conociera de toda la vida. Ruud Van Nistelrooy miró sonriente y se fue, atravesando el campo mientras proseguía su análisis. "Esto es normal", decía el holandés, como si los resultados coincidieran por lógica con la situación del equipo.

El Madrid acababa de perder su quinto partido de la pretemporada de un total de ocho, sin contar el de ayer ante el Cádiz. Además, el dato era relevante porque las tres victorias se produjeron contra equipos de escaso nivel: el Stoke City (0-2), conjunto local austriaco, el Locomotiv ruso (2-5) y el Os Belenenses portugués (0-1). Cuando el Madrid se enfrentó con adversarios de mayor categoría, fue superado siempre: Hannover (3-0), PSV Eindhoven (2-1), Deportivo (2-1), Sevilla (1-0) y Betis (1-0).

Van Nistelrooy debutó contra el Betis el miércoles después de una larga baja por la lesión muscular que se produjo en el último partido de la pasada Liga, ante el Mallorca. En las palabras del holandés se detectó una mezcla de ironía e incredulidad. Nunca antes en su carrera había jugado en un club sometido a transformaciones tan grandes en un plazo tan corto de tiempo. En un año, el Madrid ha acometido dos proyectos aparentemente antagónicos. De Fabio Capello a Bernd Schuster, de un estilo directo y simplificador, a otro más elaborado, con vocación de agradar.

Mientras Capello era un técnico que exigía posesiones rápidas, Schuster induce a sus jugadores a llevar la iniciativa teniendo la pelota. Cuando el entrenador alemán pide a sus futbolistas que toquen el balón les reclama un poco más de coraje y de atrevimiento para asumir riesgos. Proclives por naturaleza a sospechar de todo lo nuevo, en esta transición los jugadores no se sienten cómodos.

El vestuario no acaba de digerir el cambio. Después de cuatro años de transformaciones constantes, de crisis trimestrales, los más veteranos sintieron que con Capello recuperaban estabilidad y poder. Esto alimenta el clima de inquietud reinante en el Madrid actual. En un vestuario poblado por futbolistas bienvenidos por Capello para practicar otro tipo de fútbol, la exigencia de Schuster de tener el balón despierta miedo. Un jugador que prefiere el anonimato lo explicó bien tras la derrota en Sevilla, en la ida de la Supercopa: "Dicen que quieren tiqui-taca, tiqui-taca...! ¿Cómo vamos a jugar al tiqui-taca si no podemos dar cuatro pases seguidos? ¡El Sevilla nos robó la pelota y nos hizo superioridad numérica en el centro del campo siempre! Nosotros, con un solo pivote defensivo, no podíamos frenarlos".

Durante un año, Capello adoctrinó a los jugadores con la consigna de credere, obbedere, combatere. Su gruñido marcial intimidaba y convencía. Ahora Schuster, que es un alemán melancólico, ha cogido a este grupo de creyentes y los ha invitado razonablemente a que dejen de creer en aquello otro. Es decir, que combatan, pero pasándose la pelota un poco más entre ellos. Como dice Van Nistelrooy, esto es demasiado. Como empezar de cero.

Soldado es felicitado por sus compañeros tras el primer gol del Madrid.
Soldado es felicitado por sus compañeros tras el primer gol del Madrid.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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