Putin, un profesional

Vladímir Putin es una caja de sorpresas. Si a principios de semana sorprendían unas imágenes del jefe de Estado ruso de pesca con el príncipe Alberto de Mónaco, ayer aparecían otras nuevas de las vacaciones del líder ruso en Siberia montando a caballo, paseando por las montañas o junto a un río. En unas posa con ropa militar; en otras, con una camiseta blanca sin mangas, y a pecho descubierto. En la cintura alterna un machete y una rama de árbol enfundada en el cinturón. En fin, todo un deportista y aficionado -de pronto- a posar de maneras poco habituales en un jefe de Estado.

Con Alberto de Mónaco los rusos han visto a su líder relajado, también con el torso desnudo y pescando. El príncipe es un personaje conocido y popular en Rusia, por ser príncipe, guapo deportista y por actuar de anfitrión en un festival de música retransmitido por las televisiones rusas. Y también es conocida su afición a los parajes exóticos y Putin le agasajó: si el año pasado viajó por el Ártico ruso, éste eligió los paisajes siberianos y el majestuoso río Yeniséi. La excursión incluyó un baño de vapor, especialmente preparado para huéspedes distinguidos, en Tuvá, una república de la Federación Rusa. Pero las cámaras desgraciadamente no captaron, o al menos no divulgaron, como encajó la sesión de baño ruso, que siempre incluye la masoquista tradición de azotarse con ramas de abedul.

Hay que reconocer que Putin es un profesional y no hace nada porque sí: el viaje a Siberia le permite irse acercando a Kirguizistán, donde hoy comienza la cumbre de los países de la Organización de Cooperación de Shanghai. Además, Putin tenía algo que agradecer al Comité Olímpico Internacional, de cuya dirección es miembro Alberto: que haya elegido a Sochi capital de los Juegos de Invierno de 2014. Y es probablemente en Sochi, a orillas del mar Negro, donde concluirá el periplo veraniego del presidente ruso.